«AQUÍ vamos. Ahora todos juntos vamos a cruzar el río». Como en la parte delantera de la Tierra Prometida, entre 3 mil y 5 mil hombres y mujeres, en pie, cargando sus bolsas, los niños en los hombros, el elevador de silla de ruedas, comenzar el cruce del río Suchiate, el río que divide a Guatemala desde México. Caminar lento, arrastrando los pies en el agua que llega a la pantorrilla. En el otro lado se ve un muro humano: cientos de agentes de la policía militar, en el casco de camuflaje, escudos y macanas, está nervioso.

La última caravana de los migrantes, antes de 2020, se está moviendo desde el pasado miércoles. A los seis meses no se nada de la clase. En pequeños grupos, comunicarse con Whatsapp se va a cumplir en el lugar de siempre: la estación de autobuses internacional de San Pedro Sula, la segunda ciudad más grande de Honduras.