Tres personas murieron, al menos un centenar de sin un lugar a donde ir, cuarteles destruidos, las tiendas de los ejes de la madera quemada: este es el balance de una semana de la batalla en Burnwood, un asentamiento informal en el cinturón de Durban, sudáfrica. Una protesta en contra de la contratación de extranjeros por parte de las empresas locales es degenerar en trastornos de xenófobos a los extranjeros – especialmente de Malawi – que se han convertido en el blanco de los ataques de los manifestantes.
El eco de lo que ha sucedido no llega a los edificios en la costa del Océano Índico, sin embargo, llega a los oídos de los políticos en estos días son cometidos por un lado, en la campaña electoral en vista de la cita a las urnas el 8 de mayo, la otra en los eventos para los 25 años desde la victoria de Nelson Mandela.
el presidente de la República, Cyril Ramaphosa, se presentó en el Parlamento para decir que «tenemos la necesidad de enjuiciar a los perpetradores de estos actos». El papa Francisco desde Marruecos, donde ella se encontraba de visita, ella una vez más, que se refiere como «la violencia, el abuso y el saqueo» son la peste de los migrantes y los refugiados, y, aunque el suyo fue un discurso en términos generales, muchos han pensado que lo que ocurrió en el sur de África. La mayoría de los afectados en Durban Bahis Siteleri son los migrantes que llegaron de Malawi y, sólo para calmar la mente, el gobierno de Malawi y sudáfrica han declarado que los gerentes que son «los delincuentes que señale el territorio».
la xenofobia es cada vez más fuerte en el sur de África y en el curso de los años se repiten con una frecuencia de más y más incidentes de racismo. El espejismo de la económica atrae a muchos para el País y los «condenados de la Tierra» – una vez que se lo dijo, citando a Franz Fanon – prensa a la puerta. En la década de los Noventa fueron los primeros fenómenos de xenofobia, en 2008 hubo una verdadera lucha entre los sudafricanos negros y los inmigrantes que vinieron de otros Países africanos. Al final hubo 62 muertes (21 sudafricanos, los otros inmigrantes), el saqueo, la destrucción y los enfrentamientos.
Los inmigrantes son el lavabo ideal para el crimen: para los que llegan de otros Países y la búsqueda de empleo, la forma más fácil es a menudo para ir a organizar un penal. Ahora el epicentro es en y alrededor de Durban, donde la banda se ha tratado de hacer una limpieza de gente que vino de Malawi. Por una vez tiene razón, Julius Malema, la cabeza del capitán en jefe de la extrema izquierda en el sur de áfrica, que en el evento, dijo: «todos Somos africanos, no vayamos a herir al otro».
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