El toque es un ejercicio delicado en el rugby. El lanzamiento lo realiza el hooker, que es también el jugador que recibe el mayor empujón en el scrum (con los dos pilares que lo enmarcan forma la primera línea del scrum). Esto debe estar perfectamente coordinado con sus saltadores para que puedan agarrar el balón. Con sus dos metros de altura media, los saltadores son levantados con el brazo extendido por jugadores de 1,90 m, alcanzando entonces el edificio una altura de 5 metros. Cuanto más pesados ​​sean, más cansará la repetición de este esfuerzo a quienes los llevan.

Por su parte, el lanzador debe conseguir que la pelota alcance exactamente 5 metros de altura al cabo de 0,75 segundos, tiempo que tarda el bloque de salto en alcanzar su altura máxima. Todo a ciegas, porque el bloqueo en salto sólo puede desencadenar el ascenso cuando la pelota ha salido de las manos del hooker.

Cuando el hooker lanza la pelota, ésta se encuentra aproximadamente a 2 metros del suelo, luego debe adaptar la velocidad de envío en función del saltador objetivo. Unos pocos segundos de diferencia en la velocidad de la pelota y unos pocos grados de diferencia en el ángulo de salida y el saltador objetivo es lanzado. En efecto, para alcanzar a un jugador situado a 6 m de la línea de banda, por lo tanto en el segundo bloque de salto, la pelota debe recorrer los 6 m que separan al lanzador del receptor y subir 3 m de altura en 0,75 segundos.

Según las ecuaciones de la mecánica de Newton, el ángulo de lanzamiento debe ser en ese momento de aproximadamente 43 grados y la pelota debe viajar entonces a 11 m/s. En cambio, si el saltador está al final de la alineación, la pelota debe lanzarse a 35 grados, a una velocidad de 15 m/s. Si a esto le sumamos el cansancio del partido y la presión psicológica de un lanzamiento crucial… Suficiente para mirar de otra manera a un hooker que falla a sus receptores en un saque de banda a 5 metros de su in-goal o del in-goal del oponente. .