“La habitabilidad de París está en entredicho: tendremos que ir más allá de las posturas habituales, porque ya no tenemos tiempo para medir cucharas”. Es el tono serio con el que Alexandre Florentin, electo (ecólogo) de la capital, presenta París a 50 grados, un informe sobre la adaptación de la ciudad a olas de calor cada vez más frecuentes e intensas. Este viernes 21 de abril, la misión de información y evaluación (MIE) que preside, integrada por parisinos electos de todos lados, deberá entregar este documento al diputado primero Emmanuel Grégoire luego de seis meses de trabajo y audiencias.
¿Un título un poco alarmista? “50 grados en París ya no es ciencia ficción en absoluto”, asegura Alexandre Florentin, quien apunta al rápido clima desbocado de los últimos años. Ya se registraron hasta 42,6 grados en la capital en julio de 2019, y esto podría convertirse pronto en la norma. Altamente urbanizada, la aglomeración es, sin embargo, una de las más vulnerables de Europa a estos episodios de calor intenso. Entonces, para mantenerlo habitable, los funcionarios electos acordaron 85 propuestas para implementar lo antes posible, que Le Figaro pudo consultar. Antología.
París tiene apenas 3,3 metros cuadrados de espacio verde público por habitante, 10,4 incluyendo el Bois de Vincennes y Boulogne. Las zonas de sombra, menos expuestas al sol, forman islas frescas. El MIE propone aumentar la superficie de la capital dedicada a este tipo de espacios y, más allá, multiplicar las plantaciones en el suelo para reverdecer la ciudad, incluso reverdeciendo las fachadas de los edificios. Una medida relativamente factible a pesar de un gran obstáculo planteado por los autores del informe: la presencia de numerosos pasos subterráneos (alcantarillas, metros, aparcamientos, etc.) que limitan las posibilidades de plantación.
Más del 80% de la superficie de la capital es artificial. Esto contribuye a crear una isla de calor urbana, en particular a través del asfalto oscuro, que atrae el sol, almacena calor y transforma la ciudad en un gigantesco radiador por la noche. Los autores del informe proponen adeudar siempre que sea posible, en particular entre los pies de los árboles (que ya practica el ayuntamiento) y al nivel de las plazas de aparcamiento. En otros lugares, les gustaría revestimientos más ligeros y permeables. Tantos principios que el ejecutivo ya viene experimentando desde hace unos años en patios de colegios “oasis”, para extenderlos al espacio público.
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Si el calor intenso es un fenómeno relativamente nuevo en París, otras ciudades más al sur “ya viven con estas temperaturas”, recuerda Alexandre Florentin. Por lo tanto, los funcionarios electos piden inspiración en lo que se está haciendo en otros lugares, en particular creando casas de sombra con vegetación o protegiendo calles transitadas y soleadas con lonas tensadas reversibles, como existe, por ejemplo, en Sevilla. Cada distrito también podría ser dotado de una “parcela oasis”, diseñada para ser un lugar de frescura. El informe también propone estudiar posibles obras de gran envergadura para los lugares “altamente mineralizados” sobre la maqueta de los parasoles de Medina o la sombra del espejo del Puerto Viejo de Marsella.
Una de las prioridades para que la ciudad siga siendo habitable es la adaptación de los edificios, en especial de las viviendas, a las altas temperaturas. Según el informe, sería necesario llevar a cabo un gran plan de rehabilitación, de al menos 40.000 viviendas particulares al año, sin contar el parque de vivienda social. Los techos “planos, no patrimoniales” podrían pintarse de blanco para almacenar menos calor. En cuanto a las nuevas construcciones, el ayuntamiento no tiene las manos completamente libres: por lo tanto, los funcionarios electos proponen realizar un llamado al Estado para imponer la consideración del confort de verano en los estándares de construcción y a través de la vivienda para una mejor circulación del aire.
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Esta es una técnica muy conocida en las regiones cálidas, que se encuentra en particular en la arquitectura andaluza: multiplicar los puntos de agua permite aportar un poco más de frescura. Por lo tanto, el MIE propone crear fuentes en París, espejos de agua como en Burdeos, estanques… Y aumentar el número de lugares de baño en el Sena (esto debería volver a ser posible en 2024, después de los Juegos Olímpicos), en el Bassin de la Villette (ya se ha habilitado allí una zona de baño en verano), y en el Canal Saint-Martin, en particular en su parte subterránea.
Nuestra sociedad “está organizada según ciertos rangos de temperatura”, señala Alexandre Florentin. Para adaptarse a las temperaturas más altas del verano, el informe recomienda modificar los ritmos de trabajo de los empleados expuestos al calor, reduciendo el número de obras o ampliando los horarios escalonados que ya existen en determinadas profesiones. Una vez más, el ayuntamiento no podrá actuar solo y deberá movilizar al Estado ya los interlocutores sociales. También puede ser necesario, advierten los funcionarios electos, posponer ciertos eventos importantes de verano, como festivales, para “no dispersar los recursos”.
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Estas adaptaciones deben ir acompañadas de una gestión de crisis más eficaz en caso de ola de calor. El informe recomienda el establecimiento de un “plan muy caliente” -reflejo del plan muy frío- que abriría lugares frescos a la población, incluso por la noche, ampliaría el horario de apertura de parques y jardines y movilizaría camas de acogida adicionales para las personas sin hogar, como en invierno. Para evitar picos de contaminación favorecidos por las olas de calor, el MIE propone adelantar restricciones al tránsito y estudiar el traspaso de esta competencia, hoy en manos de la prefectura, al ayuntamiento.
¿Cuánto costaría implementar todas estas propuestas? Este es el gran dato que falta en este informe, “falta de tiempo y de recursos humanos”, lamenta Alexandre Florentin. Cualquiera que sea el precio de esta adaptación de París, los miembros del MIE respaldan esta afirmación del IPCC: “Los beneficios de la acción climática superan el costo de las medidas a implementar”. Sin embargo, estas medidas no involucran solo al ayuntamiento y requerirían la coordinación de muchos actores. “La buena noticia, relativiza el funcionario electo, es que no hay nada que inventar: todas las soluciones ya existen”.