Francia deberá producir «un millón de bombas de calor» al año antes de que finalice el quinquenio y formar «al mismo tiempo a 30.000 instaladores», anunció el lunes el presidente de la República al presentar su planificación ecológica. Por ello, el Estado quiere desarrollar rápidamente este medio de calefacción que consume menos energía y emite menos que las calderas de gasóleo o gas. Hay mucho en juego: el sector de la construcción representa una cuarta parte de las emisiones de dióxido de carbono de nuestro país y la calefacción representa más del 80% de las emisiones residenciales.
La bomba de calor (PAC) es un dispositivo que recupera calorías presentes en el aire, el suelo y las aguas subterráneas y las distribuye dentro de un edificio. Funciona en circuito cerrado: un fluido más frío que la temperatura ambiente capta el calor del aire exterior. Luego, gracias a un evaporador, este calor se transmite a un fluido que tiene la característica de evaporarse incluso a temperaturas muy bajas; Luego, el gas producido circula hacia un compresor que aumenta su presión y, por tanto, su temperatura. Este vapor muy caliente finalmente se utilizará en el sistema de calefacción del edificio. “La bomba de calor no genera energía como las calderas que producen combustión. Sólo transfiere calorías”, explica Arnaud Kautzmann, secretario de Afpac (Asociación Francesa de Bombas de Calor).
Este dispositivo funciona con electricidad pero consume mucho menos que un radiador tradicional. “Con un kilovatio hora de electricidad, la bomba de calor permite obtener 4 kWh de calefacción (frente a 1 kWh con un radiador eléctrico)”, subraya el experto. Una bomba de calor es capaz de producir calor pero también de enfriar una vivienda si es reversible. También puede proporcionar agua caliente sanitaria.
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La primera palabra describe la fuente de energía, la segunda la forma en que la bomba difunde esta energía. Así, una bomba de calor aire/aire captura calorías del aire exterior y transfiere aire más caliente al interior: a menudo sustituye a la calefacción eléctrica convencional. Una bomba de calor aire/agua toma calorías del aire y transfiere esta energía a través de circuitos de agua (radiador, calefacción por suelo radiante, etc.): sustituye, por ejemplo, a una caldera de gas equipada con radiadores de hierro fundido.
Algunas bombas de calor utilizan energía subterránea mediante sensores subterráneos. Entre 10 y 200 metros de profundidad, la temperatura del suelo es constante, entre 12°C y 15°C. El sistema consiste, por tanto, en recuperar este calor (presente en el suelo o en un nivel freático subterráneo). Aunque no hace ningún ruido especial, es necesario poder instalarlo, mediante perforación, en su jardín, por ejemplo. Sólo queda colocar la bomba que, para una vivienda unifamiliar, tiene el tamaño de un frigorífico pequeño.
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Sí, porque el aire exterior contiene una cierta cantidad de calorías, incluso cuando hace frío. Por tanto, la bomba de calor seguirá funcionando, pero consumirá más electricidad. “Hoy en día, las bombas de calor pueden funcionar a –25°C”, asegura Arnaud Kautzmann. Un estudio publicado el año pasado en la revista científica Nature recuerda que “en Europa, los cuatro países más equipados con bombas de calor son Noruega (60% de los hogares), Suecia (43% de los hogares), Finlandia (41% de los hogares) y Estonia. (34% de los hogares). Estos cuatro países también experimentan los inviernos más fríos de Europa”. Pero hay que tener cuidado, afirma Isabelle Gasquet, responsable del proyecto de eficiencia energética de Cler – Red para la transición energética: “Es mejor que el edificio esté bien aislado porque en un tamiz térmico, en tiempo muy frío, la bomba no proporcionará la energía suficiente para calentar adecuadamente.
Según Afpac, casi 6 millones de hogares están equipados con una bomba de calor en Francia. En teoría, en una casa individual se puede integrar sin demasiada dificultad, siempre que la caja se pueda colocar en el exterior. “En la vivienda colectiva estamos al principio de la aventura: están surgiendo soluciones técnicas”, señala Arnaud Kautzmann. Según él, en obra nueva, “más del 50% de los proyectos actuales se hacen con PAC; para la renovación de edificios colectivos, es más complicado porque hay que encontrar cómo integrar el dispositivo y hacerlo funcionar de manera eficiente sin que haya demasiada pérdida de energía”. ¿En cuanto a las viviendas individuales dentro de edificios colectivos? En este caso, “los industriales aún deben encontrar una solución que no requiera una unidad externa”, añade.
Si uno de los principales beneficios de la bomba de calor es emitir menos gases de efecto invernadero, Isabelle Gasquet recuerda “que el cambio de sistema de calefacción se dimensionará en función de las pérdidas de calor de la vivienda; por lo tanto, es más lógico realizar un aislamiento general de un edificio antes de instalar un sistema de calefacción eficiente» para que éste pueda funcionar en buenas condiciones consumiendo la menor cantidad de electricidad posible (reduciendo así la factura energética). Los “objetivos climáticos” de la descarbonización deben ir de la mano de una “reducción de la pobreza energética”, recuerda.
Evidentemente, todo depende del tipo de bomba de calor instalada, del tamaño del edificio a calentar, de su aislamiento, etc. En una vivienda unifamiliar, una caldera de aire/agua costará entre 13.000 y 15.000 euros. Por otra parte, la bomba de calor geotérmica, que requiere en particular el acceso al sótano mediante perforación, supondrá una inversión de unos 25.000 euros.