Es una epidemia que dura. En su último boletín epidemiológico publicado el 29 de marzo, Public Health France (SPF) señala una “circulación aún sostenida” de la gripe en Francia. La epidemia de gripe estaba en su decimoctava semana en la semana 12 (la que va del 20 al 26 de marzo de 2023). Según SPF, la duración promedio de las epidemias de gripe de 2010 a 2012 es de 11 semanas. Este año también es la epidemia de gripe “más larga” en al menos doce años.

En Francia, ocho regiones permanecen en fase epidémica, tantas como la semana pasada pero tres menos que hace dos semanas. “Ciertamente estamos al comienzo del descenso de la epidemia”, analiza Bruno Lina, virólogo de los hospicios civiles de Lyon y miembro del comité de seguimiento y anticipación de riesgos para la salud (Covars).

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En una semana la tasa de incidencia de consultas médicas por cuadro gripal por cada 100.000 habitantes aumentó un 8%, frente al 11% de incremento de la semana anterior. El aumento fue del 40% hace dos semanas. Por lo tanto, la epidemia de gripe se ralentiza pero aún persiste. Entonces, ¿cómo se explica tal longevidad?

A partir de la decimosexta semana de la epidemia, que va del 6 al 12 de marzo, Public Health France describió “la gripe más larga alcanzada” desde al menos 2010. Una longevidad a la que ahora debemos agregar dos semanas. “Podemos ir por récords de duración”, estima Mircea Sofonea, epidemiólogo y docente de la unidad PCCEI de la Universidad de Montpellier, para quien el nivel del pico epidémico –ya superado en gran medida– “no es nada diferente. ‘Excepcional”. Fue más bajo que en 2017-2018 y casi la mitad que en 2018-2019.

Esta temporada, el inicio de la epidemia de influenza fue “el más temprano en los últimos años” con una incidencia que superó las 100 visitas al médico por enfermedades similares a la influenza ya en la semana 46 (14 al 20 de noviembre de 2022), tres semanas antes que en 2017, la segunda comienzo más temprano en los últimos cinco años. Para 2022-2023, el inicio de la epidemia estuvo a cargo de una cepa de influenza A, una cierta “variante” de la gripe. “La cepa B habría prevalecido sobre la A entre las semanas 4 y 6 (finales de enero mediados de febrero de 2023, nota del editor), analiza Mircea Sofonea. No son los mismos virus y no hay inmunidad cruzada entre los dos”. Claramente, una infección por influenza A no protege contra la reinfección por influenza B.

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Según el virólogo Bruno Lina, “la sucesión de una cepa de influenza A y luego otra de influenza B no es inusual y esto es cada vez responsable de una epidemia más prolongada”. “Hubo poca influenza B el año pasado, por lo que la inmunidad este año probablemente sea menor, especialmente entre los más jóvenes”, agrega. Sin embargo, según él, “es imposible saber realmente por qué la cepa B apareció después de la A este año”.

Otra hipótesis que se plantea es el efecto de las restricciones de viaje durante la crisis sanitaria vinculada al Covid-19. “Durante los confinamientos, en 2020 y luego en 2021, la gripe circuló poco en Francia. Pero en el mundo, especialmente en las zonas tropicales, la gripe nunca ha desaparecido, dice. Durante este período, solo sobrevivieron las cepas de influenza más resistentes. Por lo tanto, la epidemia puede haber comenzado de nuevo con el tipo de virus más eficiente”.

Sin embargo, las vacunas administradas esta temporada protegen a muchos sublinajes de influenza que han circulado principalmente – H3N2 para influenza A y Victoria para influenza B. Cada año, la composición de la vacuna contra la influenza evoluciona de acuerdo con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y qué cepas tienen más probabilidades de circular.

La menor cobertura de vacunación que el año pasado también puede haber tenido un ligero efecto. En su último boletín epidemiológico semanal, SPF estima -que al 31 de diciembre de 2022- la cobertura de vacunación entre personas “en riesgo de influenza grave” fue 1,4 puntos inferior a la estimada para la temporada 2021-2022.

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Pero “los virus actualmente en circulación sí están presentes en la vacuna”, insiste Bruno Lina para quien, sin duda, esta no es la principal explicación. “El uso de gestos de barrera en la población general ha vuelto a su nivel anterior al Covid”, añade. Esto favorece la circulación de un virus, que afecta a entre dos y seis millones de personas en Francia cada año, según Health Insurance.