La administración de Joe Biden le ha dedicado ocho mil millones de dólares de su Ley de Reducción de la Inflación (IRA), la Unión Europea (UE) la ha convertido en un elemento esencial para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2050, anunciaron Francia y España, en diciembre, la construcción de un oleoducto submarino que unirá Barcelona con Marsella y transportará dos millones de toneladas de la molécula… El hidrógeno se ha convertido en una herramienta fundamental en el entorno de transición de las economías desarrolladas. Industria pesada, transporte aéreo, marítimo o por carretera: las áreas de uso aparecen numerosas. Como los retos a cumplir, entre costo prohibitivo, falta de infraestructura o mercado.

Al igual que la electricidad, el hidrógeno no es una fuente de energía sino un portador de energía, debe crearse y luego almacenarse antes de usarse. Su modo de producción determina el color asociado a él. El hidrógeno “gris” está hecho de combustibles fósiles (gas, petróleo, carbón). Su contraparte “azul” sigue el mismo proceso, pero captura parte del CO2 emitido. Por el contrario, el hidrógeno “verde” se basa en la electricidad de la energía solar o eólica. Si, por el contrario, este último procede de una central nuclear, el hidrógeno será entonces “amarillo”. Última posibilidad: el hidrógeno blanco, presente de forma natural en el subsuelo terrestre, y del que se ha descubierto recientemente un yacimiento en el este de Francia, en el corazón de la antigua cuenca minera de Lorena.

Hoy, casi el 95% del hidrógeno del mundo es “gris” o “azul”. En otras palabras, un emisor de gases de efecto invernadero. El desarrollo del hidrógeno verde o amarillo permitiría descarbonizar actividades como la fabricación de fertilizantes o el acero, que ya utilizan la molécula. Pero sobre todo, gracias a la pila de combustible, para transformar el hidrógeno en electricidad y utilizarlo de forma masiva en coches, autobuses o camiones. Otro interés es el almacenamiento de la corriente producida por aerogeneradores o paneles solares, en forma de hidrógeno.

El hidrógeno producido por electrólisis (“amarillo” o “verde”) sigue siendo de dos a cuatro veces más caro que el hidrógeno “gris” o “azul”. Esta es una de las muchas desventajas del importante desarrollo de esta molécula. La infraestructura también es limitada: la Agencia Internacional de Energías Renovables enumera solo 4.500 kilómetros de tuberías para el transporte de hidrógeno en el mundo.