¿Se ha resuelto finalmente el misterio de los jabalíes radiactivos? Mientras la flora y la fauna de Ucrania todavía se recuperan lentamente de la explosión nuclear ocurrida el 26 de abril de 1986 en Chernóbil, los jabalíes del otro lado del Rin guardan en sus carnes una radiactividad que no parece querer disminuir.

Los científicos han llamado a este fenómeno la “paradoja del jabalí”: en Alemania, el mamífero retuvo en su interior un isótopo radiactivo, conocido como cesio-137, en grandes cantidades, mientras que este último disminuyó significativamente en ciervos y corzos, lo que deja lugar a muchas preguntas.

Hasta la publicación de un estudio el 30 de agosto en la revista Publicaciones de la American Chemical Society (ACS), realizado por un equipo de investigadores en Baviera. Los científicos han pensado durante mucho tiempo que esta contaminación sólo estaba relacionada con el desastre de Chernobyl. Pero los autores del estudio, en colaboración con cazadores que recolectaban carne de jabalí en el sur de Alemania, demostraron que, en realidad, esta propagación estaría relacionada en parte con las pruebas nucleares que tuvieron lugar en el mundo durante los años 1960.

Los autores del estudio rastrearon la fuente de la radiación midiendo y analizando los isótopos recolectados mediante un detector de rayos gamma. Encontraron dos tipos en las muestras: cesio-137 y cesio-135. El primer isótopo corresponde a una explosión de armas nucleares y su radiactividad se reduce a la mitad cada 30 años. Mientras que el segundo está vinculado a la actividad de los reactores nucleares. Los científicos también han logrado medir que las pruebas de armas nucleares fueron responsables de entre el 10 y el 68% de la contaminación, según el animal. A pesar del tiempo transcurrido desde los ensayos, el impacto dista mucho de ser insignificante en la mayoría de los animales.

Pero ¿por qué los jabalíes siguen siendo radiactivos 60 años después? Según el estudio, los mamíferos probablemente se contaminaron al ingerir el cesio contenido en hongos subterráneos, específicamente trufas de venado, que desentierran y comen durante el invierno, cuando el alimento en la superficie escasea. Esto también explicaría por qué su nivel de contaminación es mayor en invierno. Según el estudio, el 88% de las muestras excedieron el límite regulatorio alemán para el consumo de alimentos.

Los hongos son radiactivos porque el cesio se filtra muy lentamente en el suelo. A razón de un milímetro por año, explica el estudio. Así, el cesio que contienen los hongos, situados entre 20 y 40 cm bajo tierra, data de hace seis décadas. Por lo tanto, es posible que los niveles aumenten en lugar de disminuir cuando el cesio de Chernobyl alcance esta profundidad del suelo.

Pero esta última conclusión sigue siendo una hipótesis y, a falta de pruebas convincentes que permitan identificar las fuentes de 137Cs, “el origen de la contaminación persistente de los jabalíes sigue siendo incierto”, advierten los autores del estudio. Sin embargo, concluyen que las decisiones estratégicas de realizar pruebas nucleares atmosféricas hace 60 a 80 años “todavía impactan los entornos naturales remotos, la vida silvestre y una fuente de alimento humano en la actualidad”.