“El Niño Terrible del Pacífico” regresa este año. Un nuevo episodio de El Niño comenzará en la segunda mitad de 2023 y se prolongará hasta 2024, anunció el 3 de mayo la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el organismo especializado de la ONU. Este fenómeno natural se caracteriza por un aumento de la temperatura del Océano Pacífico oriental, frente a las costas de Perú, y se traduce en un aumento de la temperatura global del planeta.
Dans le dernier bulletin de l’OMM, des scientifiques évaluent entre 70 et 80% les probabilités qu’un épisode El Niño commence entre juillet et octobre 2023. Cette anomalie naturelle se produit tous les trois à sept ans pour une durée moyenne de neuf à doce meses. El inicio del episodio es generalmente en primavera, luego se intensifica entre octubre y diciembre, para desaparecer durante el invierno.
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Este fenómeno es consecuencia de una perturbación en la circulación atmosférica general entre los polos y el ecuador. Su aparición provoca un desplazamiento de las zonas de precipitación hacia el este del Océano Pacífico e impide el afloramiento de agua fría a lo largo de la costa de América del Sur. Bajo el efecto de un Niño, la temperatura del Océano Pacífico “aumenta de 0,5 a 4°C con respecto a lo normal”, especifica Fabio d’Andrea, investigador del CNRS en el Laboratorio de Meteorología Dinámica.
El Niño -el niño en inglés- fue nombrado por pescadores peruanos hace cientos de años. En cuestión, la desaparición de peces que emigraron a aguas frías a causa de una ola de calor submarina en época navideña. Un regalo envenenado atribuido al niño Jesús.
“El mundo debe prepararse para el desarrollo de El Niño”, advirtió en un comunicado el jefe de la OMM, Petteri Taalas. El movimiento de las precipitaciones hacia América del Sur podría provocar sequías severas en Australia e Indonesia. Por otra parte, podrían incrementarse las lluvias en el noroeste de Estados Unidos, el sur de Sudamérica y el Cuerno de África. Esta lluvia puede ser una buena noticia para esta región africana duramente golpeada por la sequía, debido al calentamiento global.
Pero, ¿El Niño aumentará las posibilidades de eventos climáticos extremos? “No necesariamente, simplemente se distribuirán a otro lugar”, responde Christophe Cassou, director de investigación del CNRS en CERFACS en Toulouse. “La costa peruana, generalmente seca, podría experimentar inundaciones”, da como ejemplo. “El número de ciclones en el Caribe también disminuirá con furia en el Pacífico central, hacia la Polinesia”, prosigue el investigador.
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Sin embargo, los impactos del Niño se sentirán poco en Europa porque “afecta principalmente a los trópicos del Pacífico y al continente americano”, asegura. En vista del anterior “Súper Niño” de los períodos 1982-1983, 1997-1998 y 2015-2016, las consecuencias en nuestro continente fueron “limitadas”. Christophe Cassou evoca “precipitaciones más fuertes”, en particular en el borde del Mediterráneo a principios de otoño.
El último evento de Niño del período 2015-2016 había sido particularmente poderoso. Desde entonces, el año 2016 ha sido considerado “el año más cálido jamás registrado debido al “doble efecto” de El Niño y el calentamiento provocado por los gases de efecto invernadero”, subraya la OMM en su informe. En comparación con el período de 1901 a 2000, “el año 2016 experimentó una anomalía de temperatura de 1°C”, indica Christophe Cassou.
Si por el momento es demasiado pronto para predecir la intensidad o la duración de El Niño que se avecina, “su impacto en la atmósfera será sin duda más fuerte que en 2016”, advierte Christophe Cassou. En los últimos diez años, la temperatura global de la Tierra ha aumentado 0,3 °C. Por tanto, “si el Niño de este año es virulento, es casi seguro que batiremos el récord de calor de 2016”, explica.
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El Niño debe diferenciarse de La Niña, el fenómeno opuesto que ocurre alternativamente y con la misma frecuencia. Provoca un enfriamiento de las aguas del Pacífico Oriental. Durante tres años, la Tierra había estado bajo la influencia de este fenómeno. Para Christophe Cassou, también es un factor que explica “por qué aún no se ha batido el récord de temperatura global”.