Con miles de soldados desplegados en todo Ecuador, el gobierno continuó el jueves su contundente ofensiva contra las bandas criminales vinculadas al narcotráfico que llevan cuatro días aterrorizando al país y que aún mantienen como rehenes a cerca de 180 funcionarios de prisiones.

Más de 22.400 militares desplegados, con patrullajes terrestres, aéreos y marítimos, registros y operativos en las cárceles: el gobierno del nuevo presidente Daniel Noboa no parece dispuesto a ceder ante los intentos de intimidación de las bandas criminales.

“Querían sembrar miedo, pero despertaron nuestra ira. Pensaron que someterían a un país entero y olvidaron que las fuerzas armadas están entrenadas para la guerra”, advirtió en las redes sociales el ministro de Defensa, Gian Carlo Loffredo.

Aunque la actividad se va recuperando lentamente en las principales ciudades del país, muchos comercios permanecen cerrados, el transporte público va lento, las universidades y escuelas imparten clases virtuales y el teletrabajo es prácticamente la norma.

La ofensiva narco mostró su peor cara el martes cuando encapuchados armados con fusiles y granadas irrumpieron en el plató de un canal de televisión pública en Guayaquil, un gran puerto del suroeste del país, tomando como rehenes a periodistas e hiriendo a dos empleados.

La rápida intervención de la policía permitió poner fin a la toma de rehenes sin provocar víctimas mortales. Trece agresores fueron detenidos. Las imágenes del espectacular asalto, que dieron la vuelta al mundo, provocaron pánico en la ciudad.

La emisión de transmisiones de esta televisión pública, TC, se reanudó el jueves al mediodía. «¡Gracias a todos por sus mensajes de apoyo! (…) Gracias a la policía y al ejército por su profesionalidad y su impecable trabajo”, comentó una presentadora visiblemente muy conmovida y con sollozos en la voz.

La fuga del domingo de la prisión de Guayaquil del temido líder de la pandilla Choneros, Adolfo Macías, alias «Fito», seguida de motines carcelarios, tomas de rehenes y ataques con explosivos desencadenaron la contundente respuesta del presidente Noboa, de 36 años, elegido en otoño con la promesa de restaurar seguridad en el país, que alguna vez fue un remanso de paz pero que se ha convertido en un centro de envío de cocaína producida en los vecinos Colombia y Perú.

«Estamos en estado de guerra y no podemos ceder ante estos grupos terroristas», aseguró el miércoles el presidente más joven en la historia del país, tras declarar a Ecuador en «conflicto armado interno» la víspera. Estimó que estos «grupos terroristas», de una veintena en total, tenían «más de 20.000 miembros».

El lunes declaró el estado de emergencia durante 60 días en todo el territorio, incluidas las cárceles, convertidas en centros de operación de estupefacientes. El miércoles por la noche, el número de muertos por la violencia aumentó a 16 tras el incendio provocado en una discoteca en la Amazonía que dejó dos muertos y nueve heridos, en un ataque calificado de «terrorista» por la policía. El martes también se fugó de prisión otro jefe criminal, Fabricio Colón Pico, uno de los líderes de la poderosa banda Los Lobos.

Cada día circulan en las redes sociales videos que muestran crueles asesinatos de miembros de las fuerzas de seguridad, saqueos y presuntos ataques. La policía negó la veracidad de estas imágenes, lo que alimentó la psicosis entre la población.

En Guayaquil, la ciudad más peligrosa del país y todavía fantasma el miércoles, este jueves se veían algunos transeúntes y tráfico en las calles, mientras que las administraciones, ahora valladas por todos lados, reabrieron sus puertas, constató la AFP.

Según el sitio informativo Primicias, que habla de una “caza de tatuajes”, la policía desplegada en la ciudad portuaria revisa sistemáticamente los tatuajes de los detenidos para determinar su posible pertenencia a una pandilla.

Algunas empresas planean reabrir parcialmente sus actividades y los residentes comienzan a caminar nuevamente para ir a trabajar, al igual que en la capital Quito. «Tenemos miedo, miedo de que cuando menos lo esperemos vuelvan a hacer lo mismo», dijo a la AFP Inés Macas, ama de casa de 69 años, denunciando saqueos en Quito.

Situado entre Colombia y Perú, los mayores productores de cocaína del mundo, Ecuador se ha convertido en un nuevo bastión del narcotráfico, con bandas que luchan por el control del territorio pero unidas en su guerra contra el Estado. En los últimos cinco años, la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes en el país aumentó de 6 a 46 en 2023.