Una oposición con las dagas desenvainadas. Apenas veinte minutos después del comunicado de prensa del Elíseo anunciando la dimisión de Élisabeth Borne, el lunes por la tarde, la jefa de los diputados rebeldes, Mathilde Panot, «exigió» que se sometiera a un voto de confianza en la Asamblea Nacional. De lo contrario, desafió, “presentaremos una moción de censura”. Una advertencia de la que se hizo eco toda La Francia insumisa (LFI) desde entonces, empezando por Jean-Luc Mélenchon. En otras palabras, aunque Gabriel Attal aún no ha sido nombrado, el futuro gobierno, del que actualmente no sabemos casi nada, ya se está gestando bajo la amenaza de una maniobra parlamentaria que podría conducir a su dimisión.
Al defenderse de cualquier obstrucción, los mélenchonistas se hacen pasar por protectores de la soberanía popular. «Es el Parlamento el que debe validar el nombre del Primer Ministro, así es en todas las democracias», explicó en Sud Radio Manon Aubry, cabeza de lista esperada en el LFI para las elecciones europeas. El argumento ya lo utilizó exactamente en los mismos términos Jean-Luc Mélenchon, en X, la víspera. Ninguno de los otros grupos Nupes defendió la presentación de una moción de censura. El diputado socialista Jérôme Guedj acaba de tuitear tras Mathilde Panot: “La única pregunta que importa: ¿habrá un discurso de política general del futuro primer ministro, con un voto de confianza?».
Esta votación, que consiste básicamente en saber si la Asamblea Nacional deposita su confianza en el nuevo gobierno, es solicitada por el Primer Ministro, que por tanto puede decidir no acudir al plebiscito de los diputados. Ante una mayoría relativa en el Palacio Borbón, Élisabeth Borne no sometió a su gobierno a un voto de confianza, inaugurando relaciones tensas con la Asamblea, marcadas por el uso del arma del 49,3 veintitrés veces. Su joven sucesor, conocido por su perspicacia política, aún no ha anunciado si correrá el riesgo de exponer a sus ministros al veto parlamentario. Pero el equilibrio de poder en la Asamblea no ha cambiado… y la adopción en diciembre de una moción para rechazar el proyecto de ley de inmigración del gobierno por parte de una amplia coalición de oposiciones podría disuadirlo.
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En cualquier caso, la Agrupación Nacional ha declarado que no «censurará a priori» el futuro gobierno, en palabras del diputado Jean-Philippe Tanguy. Este último “no cree que los franceses quieran que cerremos la puerta a priori, que censuremos a priori a un gobierno que aún no ha hecho nada o que aún no ha anunciado nada”. El íntimo amigo de Marine Le Pen también predijo, el miércoles por la mañana en France Inter, que el nuevo primer ministro no buscaría un voto de confianza de los diputados, en la medida en que la situación no haya cambiado en los escaños del hemiciclo, el la oposición sigue siendo mayoritaria.