Félix Tshisekedi fue reelegido cómodamente presidente de la República Democrática del Congo, con el 73,34% de los votos, según un resultado oficial anunciado el domingo, tras una votación calificada de «falsa elección» por la oposición que exige su anulación.
Según estos resultados de la comisión electoral (Céni), a Félix Tshisekedi le siguen Moïse Katumbi, ex gobernador de Katanga (sureste), que obtiene el 18,08% de los votos, y Martin Fayulu, candidato fracasado en las elecciones presidenciales de 2018 ( 5,33%), luego el ex Primer Ministro (2008-2012) Adolphe Muzito (1,12%).
Los otros veinte candidatos, entre ellos el doctor Denis Mukwege, premio Nobel de la Paz por su trabajo con las mujeres víctimas de violaciones en la guerra, no alcanzaron el 1% de los votos. Desde hace varios días, mientras se publicaban los resultados parciales, la victoria de Félix Tshisekedi, de 60 años, en el poder desde enero de 2019 y candidato a un segundo mandato de cinco años, no estaba en duda.
«Rechazamos categóricamente esta farsa electoral», lanzaron nueve candidatos de la oposición en una declaración conjunta el domingo por la mañana. “Pedimos a nuestro pueblo, tan pronto como se anuncie un fraude electoral, que proteste masivamente en las calles”, agregaron. “Es una farsa”, insistió Martin Fayulu a la prensa.
El desempeño de Félix Tshisekedi está “más allá de todas las predicciones”, señala Trésor Kibangula, analista político del instituto de investigación de Ebuteli. «Su dinámica de campaña funcionó», dijo a la AFP. Pero las altísimas puntuaciones registradas en determinadas regiones «plantean dudas» sobre el «impacto de las irregularidades» observadas por los observadores.
Casi 44 millones de electores, sobre un total de alrededor de 100 millones de habitantes del inmenso país centroafricano, fueron llamados a las urnas para elegir a su presidente pero también a sus diputados nacionales y provinciales y, por primera vez, a sus consejeros locales.
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La votación cuádruple estaba prevista para el 20 de diciembre. Pero debido a numerosos problemas logísticos, la Ceni la amplió hasta el día 21 y continuó durante varios días en determinadas zonas remotas, hasta el día 27, según una misión de observación de las Iglesias católica y protestante.
Según su propio recuento, esta misión afirma haber constatado que un candidato «se destacó significativamente de los demás, con más de la mitad de los votos por sí solo». Sin embargo, añade que ha «documentado numerosos casos de irregularidades que pueden afectar a la integridad de los resultados de diferentes elecciones en determinados lugares». Ya el 20 de diciembre, los opositores habían calificado las elecciones de “caos total”. Poco después, una quincena de embajadas pidieron “moderación”.
Se temen tensiones postelectorales en un país con una historia política turbulenta y a menudo violenta, un subsuelo muy rico en minerales pero una población predominantemente pobre. Las autoridades, que prohibieron una primera reunión de protesta el miércoles pasado, afirman que se han tomado todas las medidas para evitar excesos, en particular en el sureste minero, bastión electoral de Moïse Katumbi.
Según equipos de la AFP, el domingo se observaron medidas de seguridad reforzadas en diferentes puntos de Kinshasa y Lubumbashi, capital de la provincia de Alto Katanga. El Gobierno recuerda también que los litigios electorales deben presentarse ante el Tribunal Constitucional, que será el encargado de proclamar los resultados definitivos de las elecciones presidenciales, en principio el 10 de enero. Pero los opositores replican que no se apoderarán de este tribunal en el que no tienen confianza, como tampoco del Ceni, al que consideran subordinado al poder.
En estas condiciones, ¿qué hará la oposición? “Reactivar las calles contra la victoria de Félix Tshisekedi sería muy complicado, sobre todo en Kinshasa”, considera Trésor Kibangula. «Todos los ojos se vuelven hacia el sureste… Hay muchas incertidumbres», dijo. Además del tenso clima político, la campaña electoral se vio envenenada por la situación de seguridad en el este de la República Democrática del Congo, que vive un pico de tensión desde hace dos años con el resurgimiento de la rebelión del M23, apoyada por la vecina Ruanda. Algunos candidatos, en particular Moïse Katumbi, fueron acusados de ser “extranjeros”, una forma de desacreditarlos en un país marcado por años de conflicto. Según el analista de Ebuteli, los discursos identitarios de la campaña “crearon fracturas en la sociedad congoleña”.