Esta es la última oportunidad de encuentro. Este lunes, a las 17.00 horas, la derecha y el bando de Macron intentarán llegar a un compromiso sobre el proyecto de ley de inmigración. Siete senadores y siete diputados reunidos a puerta cerrada, en una pequeña sala de la Asamblea Nacional: estas reuniones, llamadas comisiones paritarias (CMP), no son nada nuevo. Se llevan a cabo cuando se votan dos versiones diferentes de un proyecto de ley en la Asamblea y el Senado, como por ejemplo durante los debates sobre pensiones. Pero esta vez, el ejercicio promete ser más peligroso. En primer lugar, porque el controvertido texto fue rechazado incluso antes del inicio de las discusiones entre los diputados en la Cámara el pasado lunes. Una réplica expresa debido a la oposición de la izquierda, los Republicanos (LR) y la coalición Agrupación Nacional (RN).

Luego, porque, en caso de que el lunes se llegue a un acuerdo sobre un texto endurecido, no está garantizada una adopción final el martes en la Asamblea Nacional. Como Emmanuel Macron aseguró que no recurriría al hacha del 49,3, podrían faltar varios votos cruciales en las filas de LR y del ala izquierda de su mayoría. El Presidente de la República está jugando a lo grande. El viernes pidió un “compromiso inteligente”, “al servicio del interés general y del país”. Y, advirtió, sacará “consecuencias” del resultado final. En caso de fracaso, los estrategas de todos los bandos se preparan para librar una dura batalla de interpretación, que consistirá en culpar al otro.

En este escenario, Emmanuel Macron indicó que retiraría este proyecto de ley, que se ha convertido en un símbolo de la credibilidad de su primera ministra, Élisabeth Borne, y de su ministro del Interior, Gérald Darmanin. Un revés le llevaría a tener que explicar a los franceses, durante sus deseos televisados ​​el 31 de diciembre, por qué un proyecto iniciado en el verano de 2022 no pudo finalizarse un año y medio después.

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Quien quiera alardear del número de textos aprobados sin mayoría absoluta -aunque sea a través del artículo 49.3 para las pensiones y los presupuestos- debería entonces constatar los fallos de su método en el Parlamento. Y responder a una queja que va en aumento entre sus tropas: la imposibilidad de seguir así durante tres años. ¿Cómo podemos entonces salir del estancamiento? «El cambio de gobierno para empezar de nuevo es, por supuesto, un arma», admitió su aliado centrista, François Bayrou, el domingo en «Le Grand Jury RTL-Le Figaro-M6-Paris Première». «En caso de desastre, ¿el presidente se retira, con un cambio de primer ministro y una reconfiguración de la mayoría?», se hace eco de un alto miembro del Partido del Renacimiento, partidario de este enfoque.

Aunque se excluye una disolución de la Asamblea Nacional, solicitada por la RN pero descartada el martes por Emmanuel Macron: el jefe de Estado no lo hará en materia de inmigración. Si se disuelve ahora, será una mayoría absoluta o relativa para el RN…» Antes de ver derrotadas a sus tropas el pasado lunes en el hemiciclo, el inquilino del Elíseo anunció una nebulosa «cita con la nación» para enero. Luego esperaba superar la última etapa parlamentaria del proyecto de ley de inmigración.

En cambio, se encuentra con los pies en la arcilla. Sus proyectos -mejora de las condiciones de trabajo, ley de vivienda, simplificación de las normas en las empresas, fin de la vida- quedan suspendidos de las decisiones que tomará, una vez que se haya decidido el destino de su ley de inmigración. “Sin duda, se trata de un punto de inflexión en el quinquenio”, admitió el domingo el diputado socialista Jérôme Guedj en Radio J.

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Decidida a salir del punto muerto y permanecer en Matignon, Élisabeth Borne entabló intensas negociaciones. Buscando concesiones de todos. Su texto se basaba tanto en un componente de “firmeza” (con la facilitación de las expulsiones) como en un componente de “humanidad” (con la regularización de los trabajadores indocumentados en profesiones “en tensión”). Se encuentra atrapada entre su mayoría, que quiere relajar lo primero, y la derecha, que quiere limitar lo segundo. Su versión restringida «ofrece las garantías necesarias para sofocar la demanda aérea creada anteriormente», indicó Éric Ciotti en Le Journal du Dimanche, asegurando que la «unidad» de sus tropas estaría ahí. «No puede haber un acuerdo si nuestro texto está distorsionado», reafirmó Bruno Retailleau el viernes en Le Figaro.

En el centro de la atención del Primer Ministro, los dos tenores del partido de derecha fueron recibidos nuevamente el domingo por la tarde en Matignon, con los diputados de LR Olivier Marleix y Annie Genevard. Esta reunión “debe ser la cámara de registro de un acuerdo”, insistimos el domingo en las filas de la derecha senatorial. En cuanto a la presidenta de la Asamblea nacional, Yaël Braun-Pivet, invitada de BFMTV, se declaró «confiada» en un compromiso. “¿Es mejor tener un mensaje de texto o no tenerlo? Creo que es mejor tener un mensaje de texto”, añadió Gérald Darmanin.

Pero la composición de la comisión de diputados y senadores, convocada el lunes, revela la dificultad del problema. De los catorce parlamentarios, cinco proceden de la derecha y el mismo número de la coalición presidencial. Para que sus conversaciones tengan éxito, Bruno Retailleau y Sacha Houlié, figura de la izquierda macronista, tendrán que poder llegar a un acuerdo. Todo el mundo sabe que parte del resto del mandato de cinco años de Macron depende de ellos.