Un año exacto desde el el crimen Khashoggi que ha transformado su imagen de la de un príncipe-reformador a la de un déspota sin escrúpulos, Mohammed Bin Salman trata de un movimiento sorpresivo, para recuperar la buena voluntad perdido y abrir al mundo las puertas de su reino misterioso.

El anuncio se produce dos semanas después del ataque de los pozos de petróleo, los saudíes atribuido a Irán que ha sacudido el mercado de petróleo crudo por avivar los temores de una escalada de tensiones en el Medio Oriente.