Los colegios electorales abrieron el domingo a las 9 a.m. hora local en Egipto (8 a.m. en Francia) para una elección presidencial de tres días. Se espera que unos 67 millones de votantes voten el domingo, lunes y martes, antes de que se conozcan los resultados oficiales el 18 de diciembre.

El presidente saliente, Abdelfattah al-Sissi, parece seguro de obtener un tercer mandato frente a tres figuras generalmente desconocidas para el gran público: Farid Zahran, al frente del Partido Social y Democrático egipcio (izquierda), Abdel-Sanad Yamama, del Wafd, un partido centenario pero ahora marginal, y Hazem Omar, del Partido Popular Republicano.

En el país de 106 millones de habitantes que afronta la crisis económica más grave de su historia, el poder adquisitivo es la prioridad, con dos tercios de la población viviendo por debajo o justo por encima del umbral de pobreza.

A pesar de las dificultades de Egipto, no parece existir una oposición seria bajo el reinado de al-Sisi, el quinto presidente en las filas del ejército desde 1962, que gobierna el país con mano de hierro. Miles de opositores fueron encarcelados, y si el comité presidencial de indultos liberó a mil en un año, durante el mismo período fueron arrestadas “tres veces más personas”, según las ONG.

Lejos de entusiasmar a las multitudes, la campaña presidencial se desarrolló en noviembre a la sombra de la guerra entre Israel y Hamás palestino, que monopoliza la atención de los medios de comunicación y de la opinión pública. Dos figuras de la oposición intentaron presentarse durante un tiempo pero fueron rápidamente despedidas. Hoy uno de ellos se encuentra en prisión y el otro a la espera de juicio.

En las elecciones presidenciales de 2014 y 2018, el exmariscal Sissi, que llegó al poder en 2013 derrocando al islamista Mohamed Morsi, ganó con más del 96% de los votos. Desde entonces, amplió la duración del mandato presidencial de cuatro a seis años y enmendó la Constitución para ampliar el límite de dos a tres mandatos presidenciales consecutivos. En este contexto, las miradas se volverán hacia la participación. En las últimas elecciones presidenciales alcanzó el 41,5%, seis puntos menos que en las elecciones anteriores.