“Entré a esta residencia para tocar la puerta de Narumi” Kurosaki: acusado del asesinato de este estudiante japonés en diciembre de 2016, Nicolás Zepeda admitió el miércoles por primera vez, siete años después, su presencia en el edificio donde vivía el estudiante japonés.

“Hacía uno o dos días que estaba en Besançon. Fui a tocar a la puerta de Narumi para ver si podíamos ir a tomar un café”, dijo Nicolás Zepeda en francés, de pie en su palco, con una chaqueta de lana negra sobre una camisa a cuadros.

La sala del tribunal de Vesoul se congela. En los siete años transcurridos desde que Narumi Kurosaki desapareció y las sospechas recayeron sobre él, nunca había admitido haber ido a la habitación de su exnovia. “¿En qué perspectiva?”, continúa el presidente del tribunal, François Arnaud. “Quería que todo estuviera en orden”, explica el acusado. En el momento de la ruptura, “habíamos hablado de un seguimiento más constructivo, de renovar una amistad, quería una respuesta a esta pregunta”.

“¿Por qué no nos dio esta información?”, continúa el magistrado. “Me dio un poco de vergüenza querer volver a intentarlo” para mantener un vínculo con la joven, reconoce el chileno de 32 años. “Hoy ya no tengo miedo, estoy aquí para dejarles todo en la mesa. Si alguna vez mentí, si alguna vez omití, te lo diré”, continúa en un francés muy fluido.

A pesar de preguntas adicionales de las partes, que quieren aprovechar cada una este momento de la verdad para obtener otras revelaciones, Nicolás Zepeda lo deja ahí. Pero la tarde de este miércoles se abrió una brecha.

Para llegar allí fue necesaria la insistencia de Renaud Portejoie, el abogado del acusado, quien, contra todo pronóstico, empujó a su cliente. Una exalumna, Nadia Ouaked, que en ese momento se alojaba en la misma residencia que Narumi Kurosaki, acababa de testificar. Afirma haber visto a Nicolás Zepeda en la cocina común, en el cuarto piso de la residencia, un día de diciembre de 2016, pocos días antes de la desaparición del estudiante japonés. “Veo a un niño sentado en el suelo detrás de la puerta, acurrucado, me sorprendí, me asusté un poco. Pensé que se estaba escondiendo”, explica la joven, ahora de 31 años, que dejó su abrigo en el perchero. “Tenía los ojos hinchados como quien ha llorado mucho, tenía el cabello despeinado, estaba en mal estado. Me puso triste”.

Unos días después, cuando la policía le tomó testimonio y le entregó un tablero con los retratos de ocho jóvenes para que identificara al que conoció, ella fue categórica: era Nicolás Zepeda. “Se escucha (al testigo), que no está aquí para ajustar cuentas. Ella sintió pena por usted”, ataca Renaud Portejoie, dirigiéndose a su cliente. “Claramente ella no está mintiendo, te lo digo en serio. ¿Estás seguro de que no entraste al cuarto piso? Abrumado, Nicolás Zepeda cede. “Cuando viniste a Francia, ¿el objetivo era conocer a Narumi Kurosaki?”, insiste el abogado. «¡Básicamente era para conocer a Narumi!»

Hasta ese momento, el chileno siempre había sostenido que había viajado a Europa desde Chile para asistir a un congreso en Suiza. “Durante siete años, el señor Zepeda ha negado ferozmente haber entrado al edificio y haber venido a Europa para encontrarse con Narumi Kurosaki. Se trata de dos novedades importantes en sus declaraciones”, se alegra el fiscal general, Étienne Manteaux, que pide que estas declaraciones consten en acta.

El presidente da la orden al secretario. “Estos son elementos esenciales”, coincide. El juicio está previsto que se prolongue hasta el 22 de diciembre. Nicolás Zepeda, que niega cualquier responsabilidad en la desaparición de Narumi Kurosaki, se enfrenta a cadena perpetua.