Le Figaro Niza
Hace dos años, Thierry Surace, director del Théâtre de la Cité de Niza, quiso llevar a su escenario a tres actores de Angers que interpretan El diario de Ana Frank. Le llamó la atención la puesta en escena, sobre un ruedo para simbolizar “el encierro y el combate”, como lo resume el responsable. Los habían visto durante las fiestas de Aviñón. Pero esta programación, establecida desde hace mucho tiempo, se inscribe en un contexto geopolítico global particular con el conflicto entre Hamás e Israel. Los actos antisemitas se han multiplicado en el territorio y la capital de la Riviera no ha escapado a ellos.
Thierry Surace piensa entonces, con una pregunta en mente: ¿no deberíamos posponer este espectáculo y esperar a que un clima más tranquilo pueda disfrutar plenamente de esta pieza? Expresó sus dudas en su boletín y luego en las columnas del diario regional Nice-Matin, una semana antes de la primera cita. Incluso llega a escribir al prefecto, quien, sin embargo, lo tranquiliza. El director acaba decidiéndose por mantener el espectáculo. La famosa historia de esta joven, arrestada y deportada durante la Segunda Guerra Mundial, refleja básicamente “una barbarie a la que todos se oponen y que no tiene ningún bando”, explica. “Pero puede que haya símbolos que se nos escapen…”, añade.
Unos días antes de la actuación, recibió una llamada telefónica. Un director de una empresa de seguridad privada de una ciudad vecina, en Cagnes-sur-Mer, ofreció entonces sus servicios de forma gratuita. Para las cuatro funciones ofrece la presencia de un guardia de seguridad. También en este caso lo ve como un símbolo, porque este empresario es de fe musulmana. “Sin duda, nosotros mismos habríamos pagado por un sistema de seguridad”, reconoce Thierry Surace. Algo que rara vez hace en su teatro, confiesa.
De este modo, un agente garantizó la presencia y los controles ante las puertas de este escenario de Niza y las actuaciones pudieron desarrollarse sin incidentes. «Le directeur de cette société a fait preuve d’une humilité remarquable puisqu’il a voulu rester anonyme, il n’a pas voulu faire de publicité déguisée pour sa boîte», fait remarquer Thierry Surace, encore touché par ce geste et «cette bella historia». Interrogado en Nice-Matin bajo condición de anonimato, el jefe de la empresa de seguridad explicó que “no podía concebir que pudiéramos cancelar una parte, especialmente ésta”. Era “su manera” de ayudar.