Por regla general, el descubrimiento de un manuscrito, pintura, canción y otras obras atribuibles a creadores hasta ahora desconocidos es motivo de alegría y curiosidad. Es difícil asociar el descubrimiento del “diario de ocupación” del escritor ucraniano Volodymyr Vakulenko con tal estado de ánimo.

Porque este diario es, tristemente, un presagio de la muerte de su autor. En este, el título conservado por los editores de esta publicación, Primeros días de ocupación. Los últimos días de Volodymyr, es muy… y lamentablemente apropiada.

Debido a su activismo, Vakulenko sabía que la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso, que comenzó el 24 de febrero de 2022, corría el riesgo de costarle la vida. Pero su deseo de compromiso, unido al deseo aún más primario de cuidar de su hijo autista Vitaly, animó al escritor a quedarse en el país y continuar con sus actividades. Sin embargo, tuvo cuidado de advertir a su padre que estaba escribiendo un diario y que lo enterraría al pie de un cerezo en su casa si sentía amenazada su existencia.

De hecho. En el lugar designado fue encontrado el diario de 36 páginas, escrito en hojas cuadriculadas y en mal estado tras su estancia bajo tierra. Algunas fotografías de estas páginas, publicadas en el libro, muestran una escritura muy tensa, nerviosa, tachada, condensada. Están teñidos de un sentido de urgencia que llega directo a nuestros corazones.

Entre los párrafos que detallan las escapadas de los invasores, hay un llamado a la libertad. Es una poderosa crónica de las horas más oscuras de los civiles en modo de supervivencia mientras caen bombas y las balas zumban a su alrededor.

Varios temas recurrentes recorren este folleto: los repetidos intentos de comunicarse con el mundo exterior mientras Internet muere, la búsqueda incesante de comida, las relaciones con los vecinos, algunos dispuestos a denunciarte por un trozo de pan o un paquete de cigarrillos, las preocupaciones de un padre responsable de cuidar a su hijo.

La morfología de los paisajes, urbanos y rurales, asolados por los proyectiles o el paso de vehículos blindados, es igualmente detallada. “Los abetos del Central Park parecen haber sido cortados aguja a aguja, y cientos de árboles han quedado medio cortados por las explosiones”, escribe febrilmente el autor.

Las intervenciones, en el prefacio y posfacio del trabajo, nos permiten poner en mayor contexto la creación de la revista y su descubrimiento. Hay aquí un esfuerzo muy loable por parte de los amigos y especialistas literarios de Vakoulenko para rendir homenaje a este libro-testamento con fuertes connotaciones de testimonio.

Todos conocemos historias con contenido conmovedor condensado en unas pocas páginas. Si es un hombre de Primo Levi, 84, Charing Cross Road de Helene Hanff, Journal de Hélène Berr o Desconocido en esta dirección de Kressmann Taylor son ejemplos. Aunque su autor es mucho menos conocido que sus predecesores, Los primeros días de ocupación. Los últimos días de Volodymyr encaja en esta categoría.