“Mi abuelo nunca me habló realmente de su padre. Si no se hubiera encontrado este objeto, tal vez nunca habría oído hablar de toda esta historia”, subraya Édouard Dansereau.

Esta historia es la de Édouard Clément. Alistado en Montreal en 1918, a los 22 años, cruzó el Atlántico para luchar en Francia. Mientras entrenaba en un bosque cerca de la ciudad de Arras, en el norte de Francia, perdió accidentalmente su placa de identificación, un objeto de metal que los soldados llevaban consigo para identificarlos en caso de fallecer. Al final de la guerra, regresó sano y salvo a Quebec, a Pointe-Claire, donde se casó y tuvo diez hijos. Murió en 1962.

Sólo casi un siglo después, un entusiasta de la prospección encontró esta placa en Francia. Luego, durante 15 años, pasó de mano en mano, con la esperanza de saber más sobre este “Ed Clément”, número de registro “3155418”.

“¿Estaba herido? ¿Había sobrevivido a la guerra? No lo sabíamos en ese momento”, dice el historiador aficionado Fabrice Théry, que forma parte de los Amigos del Monumento Canadiense a Vimy, una asociación francesa que conmemora la participación de los soldados canadienses durante la Gran Guerra.

En mayo de 2024, su asociación acabó publicando un mensaje en un grupo de Facebook que reunía a aficionados a la historia y a familias de veteranos canadienses, con la foto de la placa.

En apenas unas horas encontró a los descendientes de Édouard Clément y entró en contacto con ellos.

La placa finalmente volvió a cruzar el océano, 106 años después, para ser entregada a su familia por la asociación durante una ceremonia íntima el 16 de junio.

El hijo de Édouard Clément, Gilles, nos recibe a la ceremonia en su apartamento de Pointe-Claire. Describe a su padre como un hombre severo, que escuchaba mucho, pero que hablaba poco y, sobre todo, “nunca sobre la guerra”, subraya.

Están presentes una veintena de miembros de la familia del soldado, que abarcan varias generaciones. Fabrice Théry se toma el tiempo de contarles el viaje de su antepasado durante la guerra, que logró rastrear gracias a los archivos. Fue llamado a filas con urgencia el 30 de agosto de 1918 para compensar las terribles pérdidas sufridas por su batallón, diezmado durante la batalla de Chérisy los días 27 y 28 de agosto. “Si hubiera llegado dos días antes, tal vez no habría regresado a casa”, sostiene el historiador aficionado.

Durante la ceremonia se derramaron algunas lágrimas. Una pieza musical que Édouard “podría haber escuchado en vida” fue interpretada por Martine Chiasson, que también es violinista.

“Para empezar, no soy un gran aficionado a la genealogía, pero me asaltaron muchas emociones inesperadas cuando escuché toda esta historia”, confiesa Édouard Dansereau, que tiene el mismo nombre que su bisabuelo y a quién se le entregó la placa. “Por supuesto, intentaremos transmitirlo para que dure otros 100 años”, dice sonriendo con su hijo de 11 meses en brazos.