(París) Acné, crecimiento excesivo de vello, infertilidad… El síndrome de ovario poliquístico (SOP) envenena la vida de muchas mujeres. Tras años de investigación, todavía no disponemos de un tratamiento para abordarlo específicamente, aunque un estudio reciente da algunas esperanzas de conseguirlo.

“Actualmente, las posibilidades de tratar el síndrome de ovario poliquístico son limitadas”, subraya este estudio realizado por un equipo chino y publicado a mediados de junio en la prestigiosa revista Science.

Este trabajo ofrece por fin una vía prometedora para el tratamiento de este síndrome, relativamente poco publicitado, aunque afecta aproximadamente a una de cada diez mujeres y las enfrenta a una serie de síntomas a menudo dolorosos y angustiosos.

El síndrome de ovario poliquístico se caracteriza por una producción excesiva de hormonas masculinas y una presencia anormalmente alta de folículos (y no quistes como su nombre indica) en los ovarios.

En concreto, para muchos pacientes esto se traduce en problemas de acné, caída del cabello, crecimiento excesivo del cabello, etc. El síndrome también aumenta el riesgo de infertilidad –aunque no les condena a no tener hijos nunca– y favorece la diabetes.

Los pacientes suelen ser indigentes. Los tratamientos prescritos actualmente sólo pretenden responder a estos síntomas de forma aislada, por ejemplo compensando los efectos físicos mediante el uso de píldoras anticonceptivas cargadas de hormonas femeninas: estrógeno y progesterona.

El estudio publicado por Science abre la posibilidad de un tratamiento básico que limitaría directamente la producción de hormonas masculinas por parte de los ovarios de las pacientes. Para ello, los investigadores utilizaron un antipalúdico común, la artemisinina, y observaron una mejora general en el estado de una veintena de pacientes.

Estos resultados fueron ampliamente bien recibidos por la comunidad médica. Sin embargo, son sólo muy preliminares: para decir si la artemisinina realmente funciona contra el síndrome de ovario poliquístico, será necesario probarla en muchos otros pacientes y comparar los resultados con un placebo.

¿Por qué tanto interés en una etapa tan temprana? Esto se debe a que, tras años de investigación sobre el síndrome de ovario poliquístico, los pacientes apenas presentan avances concretos que puedan beneficiarles.

«Todavía hay muchas cosas que no sabemos, pero no podemos decir que los avances sean inexistentes», explica a la AFP la endocrinóloga Elisabet Stener-Victorin, una de las mayores expertas mundiales en síndrome de ovario poliquístico.  

Por un lado, se conocen mejor los mecanismos fisiológicos del síndrome. Su diagnóstico también se ha perfeccionado para ser más preciso. Por último, identificamos con mayor precisión sus amenazas para la salud: es particularmente el caso de los riesgos cardiovasculares y los efectos sobre la salud mental, que todavía se ignoraban hace unos años.

Pero persisten muchas imprecisiones. Por ejemplo, no sabemos hasta qué punto el síndrome tiene su origen en los propios ovarios o en una disfunción del sistema nervioso.

El año pasado, expertos internacionales desarrollaron un resumen completo para evaluar los conocimientos sobre el síndrome de ovario poliquístico y orientar a los médicos sobre el tema. Sin embargo, en varios aspectos es difícil dar respuestas definitivas.

Así, existe consenso sobre la necesidad de adaptar el estilo de vida de los pacientes, que a menudo padecen sobrepeso. Pero este documento también admite que faltan datos para saber con precisión qué recomendar en términos de dieta y actividad física.

¿Puede la industria farmacéutica abordar el tema y proporcionarle una financiación valiosa? Hay pequeños signos de interés inicial, como la reciente recaudación de fondos por parte de una empresa nueva que promete desarrollar una respuesta a la infertilidad específica del síndrome de ovario poliquístico.

Este grupo, May Health, ha recaudado unos veinte millones de euros, en particular del banco público francés BpiFrance, para desarrollar un dispositivo de “reequilibrio ovárico” cuya eficacia aún está por demostrar.

¿Otros grupos seguirán este ejemplo? Actualmente, el contexto es favorable para la salud de las mujeres, en particular con la reciente y fuerte cobertura mediática de la endometriosis.

«El síndrome de ovario poliquístico representa una población bastante numerosa, por lo que en teoría es un mercado atractivo, sobre todo porque se trata de un desierto terapéutico», admite a la AFP la analista financiera Jamila El Bougrini, especialista en el sector farmacéutico.

“Dicho esto, está claro que la financiación en este ámbito es inferior a la destinada a otras patologías con incidencias comparables, como la artritis reumatoide”, concluye, subrayando una vez más cómo los trastornos metabólicos como el SOP representan un reto de investigación.