Sabía que la IA generativa (ChatGPT) se había vuelto muy poderosa, pero no creía que fuera capaz de generar creatividad. Al observar los desarrollos recientes y las tendencias de los consumidores, es obvio que la IA alterará nuestros hábitos, particularmente en áreas que requieren una gran creatividad para el diseño de productos.

Tomemos, por ejemplo, el fuerte regreso del vinilo a la industria musical o el reciente anuncio de Pentax que ofrecerá una nueva cámara cinematográfica. Estos productos, antes relegados al rango de reliquias, están experimentando un resurgimiento de interés que podría explicarse por la búsqueda de autenticidad y de saber hacer humano.

Mi opinión está evolucionando en el sentido de que creo firmemente que los consumidores buscarán cada vez más «lo original» y estarán dispuestos a pagar un precio más alto por las creaciones hechas por humanos.

La IA generativa, con su capacidad para producir obras de arte, música, diseños e incluso texto, desafía el valor que le damos a la creatividad humana.

Las obras generadas por IA, aunque técnicamente impresionantes, a menudo carecen del toque personal, la emoción y la historia que caracterizan las creaciones humanas. Es esta diferencia sutil pero crucial la que creo que impulsará a los consumidores a buscar y valorar más las obras humanas.

La atracción por los productos hechos a mano, artesanales y “auténticos” es parte de un deseo de reconectarse con los valores y prácticas tradicionales, frente a la creciente digitalización y automatización. Los productos fabricados con IA probablemente se percibirán como estandarizados, mientras que las creaciones humanas seguirán siendo sinónimo de pasión, artesanía y singularidad.

Mis hijos, por ejemplo, visitan regularmente ventas de garaje en busca de vinilos raros o una chaqueta auténtica de los Expos. Esta búsqueda de tesoros únicos y cargados de historia es sintomática de esta tendencia a favorecer la autenticidad y el trabajo manual.

Al mismo tiempo, este movimiento “no hecho por IA” sin duda beneficiará a los artistas locales. Creadores como Michel Lapensée o Natalie Boyko, y muchos otros artistas quebequenses, conocidos por sus obras profundamente personales y dotadas de un toque único, podrían ver crecer su popularidad a medida que aumenta el número de consumidores que buscan piezas únicas y auténticas. Su arte, que no puede ser reproducido por una máquina, se convierte en un recurso valioso en un mundo cada vez más dominado por la tecnología.

Las obras de Michel Lapensée, por ejemplo, se caracterizan por un uso magistral del color y la textura, capturando emociones y experiencias humanas que resuenan profundamente en los espectadores. Asimismo, Natalie Boyko, con sus diseños inspirados en la naturaleza y el folclore local, ofrece una perspectiva única e inimitable que la IA no puede replicar.

Esta búsqueda de autenticidad y singularidad no se limita al arte. Se extiende a los productos de consumo cotidiano. Los artesanos y fabricantes locales, que producen productos con cuidado y atención al detalle que las máquinas no pueden igualar, encuentran un nuevo reconocimiento en este contexto. Los mercados de artesanía, ferias y tiendas especializadas están viendo un aumento en el interés y la demanda por artículos hechos a mano.

En conclusión, la IA generativa está redefiniendo nuestra percepción de creatividad y autenticidad. A medida que esta tecnología continúa avanzando, es crucial reconocer y valorar la contribución única de la creatividad humana. Es muy probable que se desarrolle el mercado “no fabricado por IA”, respondiendo así a una creciente necesidad de productos certificados, auténticos y que lleven la huella humana.

Este movimiento no sólo podría preservar, sino también revitalizar las artes y artesanías tradicionales, al tiempo que ofrece a los consumidores productos que cuentan una historia y están imbuidos de pasión y autenticidad.