(La Paz) El presidente de Bolivia, Luis Arce, negó este jueves cualquier conspiración con el exjefe del ejército, detenido acusado de intentar un golpe de Estado el miércoles al desplegar vehículos blindados frente al palacio presidencial de La Paz.

Catorce civiles que se opusieron al golpe, en el que participaron elementos de la policía militar, resultaron heridos por disparos de perdigones, según las autoridades. Algunos tuvieron que ser hospitalizados y “operados”, dijo Luis Arce a la prensa.

El general Juan José Zúñiga, detenido el mismo día tras retirar definitivamente sus tropas, afirmó haber actuado por órdenes del presidente que le pedía «montar algo para aumentar su popularidad», en un contexto de grave crisis económica.

“¿Cómo se podría ordenar o planificar un autogolpe? […] Actuó por su cuenta”, respondió Arce el jueves. “Desafortunadamente para él, y lo demostró, no soy un político que ganará su popularidad con la sangre del pueblo”.  

A partir del miércoles Luis Arce juramentará un nuevo mando de las Fuerzas Armadas. Además del general y el jefe de la Armada, Juan Arnez Salvador, fueron detenidas 15 personas.  

Los dos hombres están siendo procesados ​​por “levantamiento armado y terrorismo” y enfrentan hasta 20 años de prisión.

La tormenta institucional duró sólo unas horas, pero suficientes para revelar las fragilidades del país a medida que se agudizaban los apetitos de cara a las elecciones presidenciales de 2025.

Las motivaciones del jefe del ejército, Juan José Zúñiga, que había instalado hombres y vehículos blindados en la plaza Murillo, frente al parlamento y al palacio presidencial, siguen sin estar claras.

Antes de ser detenido por la policía, el general Zúñiga había dicho que quería “reestructurar la democracia, convertirla en una democracia real […] No la de unos pocos, no la de unos pocos amos que han gobernado el país durante 30 o 40 años”.

El Ministro de Gobierno (Interior), Eduardo Del Castillo, fustigó a “dos militares golpistas que querían destruir la democracia”.

El jueves presentó a los medios de comunicación a otras 15 personas detenidas, esposadas y rodeadas por la policía. «Esta operación estaba planeada desde mayo», dijo, añadiendo que se buscaba a otros tres sospechosos.

Las Naciones Unidas han pedido “una investigación exhaustiva e imparcial sobre las acusaciones de violencia”.

La presidencia publicó imágenes el miércoles que muestran la puerta del palacio presidencial abierta a la fuerza por un vehículo blindado y al general entrando en el recinto, mientras sus hombres lanzaban gases lacrimógenos.

También muestran al presidente de izquierda acercándose al general y amonestándolo: “Soy su capitán […] devuelva a toda la policía militar a sus cuarteles […] retire todas estas fuerzas ahora. Es una orden, general”.

Las condenas a la acción del general Zúñiga llegaron desde todo el mundo.

Rusia, donde Arce se reunió con el presidente Vladimir Putin a principios de junio al margen del foro económico de San Petersburgo, expresó “solidaridad con Bolivia, un país hermano y un socio confiable y estratégico”, y advirtió contra cualquier “interferencia” extranjera.  

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo el jueves que mantenía una visita prevista para el 9 de julio a Bolivia para apoyar a su “amigo” Luis Arce y a la “democracia”.

«La gente tiene que tener en cuenta que hay intereses en dar un golpe de Estado», dijo a la radio Itatiaia, destacando que el país «está generando mucho interés a nivel internacional por sus reservas de litio y gas».

Porque este episodio se da en un contexto de fuertes turbulencias económicas provocadas por la caída de los ingresos por la baja producción de gas, su principal fuente de divisas hasta 2023, un aumento de los precios y una escasez de dólares que provocan el enfado de comerciantes de todo tipo. mientras que la escasez de combustible provoca colas frente a las estaciones de servicio.

Estados Unidos, Francia, España y un gran número de países sudamericanos también condenaron el golpe.  

Para Gustavo Flores-Macías, de la Universidad de Cornell en Estados Unidos, “el hecho de que el golpe fracasara no significa que la situación en Bolivia esté resuelta, al contrario: fue un síntoma del descontento muy importante que existe en grandes sectores”.

El país vive graves turbulencias debido a una caída de su producción de gas, su principal fuente de divisas hasta 2023, y a un aumento de los precios. La escasez de dólares ha provocado en particular la ira de los comerciantes y la escasez de combustible.

También en el fondo: un conflicto entre Arce y su mentor político, el expresidente Evo Morales (2006-2019), ambos deseosos de postularse en nombre del partido gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS), en las elecciones presidenciales de 2025.

El general Zúñiga había expresado previamente por la fuerza su firme oposición a un posible regreso al poder de Morales, que goza de un fuerte apoyo en todo el país, pero que según una decisión del Tribunal Constitucional no puede competir.