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Los desafíos del transporte público en Panamá: un problema crónico que afecta a pasajeros y peatones

El desorden vial protagonizado por conductores de transporte público en Panamá es un problema crónico que afecta diariamente a pasajeros, peatones y otros automovilistas. A pesar de los esfuerzos de las autoridades por regular el sector, las imprudencias y el incumplimiento de las normas de tránsito siguen siendo una realidad palpable en las calles de Ciudad de Panamá.

El sistema de transporte público en Panamá, que incluye buses conocidos como «diablos rojos», taxis y los llamados “busitos piratas” o “chivas”, se caracteriza por la variada calidad de su servicio y, en algunos casos, por la falta de profesionalización de sus conductores. Estos conductores, con frecuencia, realizan maniobras peligrosas, se detienen en cualquier punto de la vía o bloquean carriles en su afán por captar más pasajeros. Este desorden no solo genera embotellamientos y accidentes, sino que también crea una percepción generalizada de inseguridad, tanto entre los pasajeros como entre quienes transitan las calles.

El maltrato hacia los pasajeros es otro de los problemas más frecuentes en el transporte público en Panamá. En ocasiones, los conductores o sus «asistentes» insultan a los usuarios o mantienen malos tratos hacia estos, quienes también se ven obligados a viajar en condiciones de hacinamiento. Además, el incremento arbitrario del costo del pasaje sin la debida autorización de las autoridades competentes es una práctica común que afecta la economía de los usuarios.

La improvisación como norma en el transporte público panameño es una queja recurrente entre usuarios y conductores particulares. Es común ver buses detenidos en medio de la carretera, realizando giros indebidos o estacionados en lugares no permitidos. Estas conductas no solo afectan la fluidez del tráfico, sino que también ponen en riesgo la vida de los pasajeros y peatones. «Es una locura diaria. Entre los buses que se atraviesan de un lado a otro y los que se detienen donde les plazca, manejar por las calles es un reto», comentó un conductor del transporte público consultado por TVN-2.com.

Simón Henríquez, subdirector general de la Autoridad de Tránsito y Transporte Terrestre (ATTT), explicó que la entidad está en diálogo con los gremios del transporte público y de carga para desarrollar estrategias que reduzcan los riesgos de accidentes. Destacó que la educación vial es clave, dado que el 80% de los accidentes de tránsito involucran el factor humano. Es fundamental fortalecer las medidas de seguridad y promover una cultura de respeto en las vías.

El impacto de estas malas prácticas se refleja en las estadísticas de accidentes de tránsito en Panamá. Según datos de la ATTT, una proporción significativa de los incidentes viales involucra a buses y taxis, generando daños materiales, heridos y víctimas fatales. Los ciudadanos expresan su preocupación por la falta de seguridad al subir a un bus o a un busito ‘pirata’ y ver al conductor distraído o hablando por teléfono. Es necesario reforzar la educación vial y concientizar a los conductores sobre su responsabilidad en la seguridad de los pasajeros y peatones.

Henríquez subrayó la importancia de reforzar la educación vial y fortalecer las escuelas de manejo para prevenir accidentes. Los siniestros viales no solo causan pérdidas humanas, sino también un impacto económico considerable. Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) revelan que en 2022 se registraron 2,984 colisiones que involucraron microbuses y ómnibus, con 9,404 heridos y 92 muertes. Hasta agosto de 2023, se contabilizaban 238 fallecidos por accidentes de tránsito.

La tecnología juega un papel clave en la mejora de la seguridad vial en Panamá. El artículo 204 del Decreto 640 permite sancionar a los conductores a través de cámaras de videovigilancia que capturan infracciones. Estas imágenes son subidas a los sitios web de la Policía Nacional y de la ATTT para proceder con las sanciones. Las multas por manejo desordenado oscilan entre los 50 y 75 dólares, según el mismo decreto. Las autoridades han prometido endurecer las sanciones contra los conductores infractores y mejorar la supervisión.

La solución a este caos vial no depende únicamente de las autoridades, sino también de los propios conductores. Es fundamental actualizar el Reglamento de Tránsito y elevarlo a rango de ley para garantizar un cumplimiento más estricto. Las autoridades han prometido mejorar la supervisión y aplicación de la ley de manera equitativa. La educación vial desde una edad temprana es esencial para formar conductores responsables y respetuosos en las vías.

Un cambio en la cultura del manejo es esencial para mejorar la seguridad en las vías y la calidad del servicio. La educación vial, tanto de los choferes de transporte público como de la ciudadanía en general, es una pieza clave para transformar este escenario. Hasta que no se implementen estos cambios, los conductores de transporte público seguirán siendo un peligro latente para la seguridad vial en Panamá.