“Voy a volar todo en el Palacio de Versalles. Pronto todo explotará”. Entre el 14 y el 22 de octubre, las falsas alertas de bombas dirigidas a este emblemático monumento de Yvelines, antigua residencia de Luis XIV, se multiplicaron por teléfono o en moncommissariat.fr, el chat gubernamental que permite comunicarse instantáneamente con los agentes de policía. En siete ocasiones, los miles de visitantes que acudieron a admirar las obras maestras contenidas en la finca tuvieron que ser evacuados mientras la policía evitaba cualquier amenaza de explosión. «Casi todas las alertas se tienen en cuenta y activan un procedimiento de eliminación de dudas», comenta Sonia Fibleuil, portavoz de la policía nacional, contactada por Le Figaro.

Mickaël forma parte del equipo de policía de emergencia que responde a la primera falsa alarma en el Palacio de Versalles, el día después del asesinato de un profesor francés por un terrorista islamista. “En moncommissariat.fr, un mensaje decía que en el castillo se habían escondido 900 kilos de explosivos. Obviamente estábamos en guardia ante el ataque que acababa de ocurrir en Arras”, nos cuenta. Inmediatamente, su cuadrilla de tres policías se comunicó con los agentes de seguridad del museo para coordinar sus acciones.

Al sonar las sirenas de evacuación, los aproximadamente 15.000 turistas presentes ese día se vieron obligados a abandonar las galerías del castillo siguiendo el cordón de seguridad establecido por la policía. “Rápidamente llegaron más agentes de emergencia, policías municipales y el grupo de seguridad local como refuerzo para llevar a cabo esta intensa operación que nos llevó casi cuatro horas”, explica Mickaël. En tal situación, la policía tiene un doble imperativo: alejar a los curiosos de la zona de riesgo y evitar las aglomeraciones a la salida del lugar, “en caso de que un terrorista espere ese momento para disparar contra la multitud”, subraya el policía. .

Una vez evacuados los visitantes y el personal, las brigadas caninas del Raid y el escuadrón antiexplosivos entran en escena. “En busca de la primera falsa alarma, registraron las 2.500 habitaciones del castillo y los aparcamientos circundantes”, especifica Mickaël. Pero las mentiras de los “pequeños títeres” –como las llamó el Ministro de Justicia Éric Dupond-Moretti– no engañan a los expertos en desminado. “Cuando un mensaje menciona 900 kilos de explosivos colocados en un lugar seguro, sabemos que no es verosímil. Semejante cantidad equivale al tamaño de una furgoneta, por lo que es imposible ocultar tal volumen o incluso pasar con él las puertas de seguridad”, afirma Jean-Yves Siffointe, jefe del grupo de intervención de seguridad civil en materia de desminado, al ser interrogado por Le Fígaro.

Supervisa a los 340 desminadores distribuidos en 28 centros en toda Francia (además de los 24 agentes en la región de París, bajo la dirección de la jefatura de policía de París). Sus equipos, que trabajan en estrecha colaboración, reciben varias amenazas de bomba cada día y, por tanto, deben priorizar sus intervenciones. “Si la voz de la persona que deja el mensaje de alerta parece joven o la oímos reír, sabemos que no vamos a movernos”, afirma Jean-Yves Siffointe. Lo importante es contratar equipos cuando la alerta sea realmente grave para no faltar desminadores en otra situación realmente grave”. En Versalles, sin embargo, cada amenaza de bomba lanzada entre el 14 y el 22 de octubre provocó la intervención de desminadores, según nuestra información.

Si el jefe del grupo de intervención de limpieza de minas de seguridad civil se niega a describir el modo de funcionamiento específico en el castillo, nos da el procedimiento general de sus equipos. “Cuando los desminadores llegan al lugar amenazado, se ponen en contacto con la policía o la gendarmería del lugar y realizan las primeras búsquedas juntos, con la ayuda de las brigadas caninas. Además, realizan una vigilancia visual con personal de la obra que conoce bien el lugar”, explica Jean-Yves Siffointe. Su experiencia también les permite asesorar a las fuerzas del orden: «Dependiendo de la carga explosiva anunciada, sabemos qué tipos de daños puede causar y, por tanto, qué precauciones se deben tomar».

Cuando descubren una carga explosiva, los desminadores deben establecer un perímetro de seguridad a su alrededor, evaluar la amenaza que representa el dispositivo mediante detectores y luego proceder a desmantelarlo. “Todo esto debe hacerse preservando al máximo los rastros y las pistas para que los investigadores puedan volver a las personas que colocaron la bomba. Es un trabajo de precisión”, describe el jefe de remoción de minas, molesto al ver el trabajo de sus equipos devorado por las “mentes perturbadas” que lanzaron las falsas alarmas en el Palacio de Versalles.

Según él, los autores de estos engaños son comparables a “pirómanos”. Se divierten viendo las evacuaciones, la ansiedad de la gente y la movilización de la policía”. La portavoz de la policía nacional, Sonia Fibleuil, coincide: “Nos gustaría utilizar a nuestros investigadores para hacer cosas más serias e impactantes, pero no podemos ignorar estas alertas”.