Una fuga de agua nocturna, una caldera en dificultades, plagas que infestan un apartamento, un portazo que deja a alguien encerrado en el exterior, un problema eléctrico que requiere una intervención de emergencia… Estas situaciones son bien conocidas por muchos franceses, que al menos tuvieron que afrontarlas. una vez. Desagradables, hacen saltar inmediatamente el tensiómetro y, además, pueden suponer un gasto exasperante. Llamar a un profesional, ya sea cerrajero, electricista o fontanero, puede costar rápidamente varios cientos de euros, o incluso mucho más, sobre todo por la noche o los fines de semana. Y algunas personas abusan alegremente de la situación.

En 2021, investigadores de la Dirección General de Competencia, Consumo y Lucha contra el Fraude (DGCCRF) examinaron 545 establecimientos especializados en reparaciones del hogar para determinar la magnitud del fenómeno. Publicados este lunes, sus resultados son edificantes: casi dos tercios (64%) de las empresas de reparación de viviendas eran “una anomalía”. Un nivel «similar» al del año anterior, y que se eleva incluso al 70% en Île-de-France, una región «que concentra el mayor número de profesionales de este sector, pero también el mayor número de quejas de los consumidores a menudo». por prácticas particularmente injustas y agresivas implementadas por personas sin escrúpulos.

En detalle, las anomalías observadas pueden ser de diversa índole, con una cosa en común: el consumidor siempre pierde. Por ejemplo, los profesionales deben proporcionar sistemáticamente un presupuesto, independientemente del importe del servicio. Sin embargo, muchas empresas se eximen de esta obligación o la eluden. “La misma observación se aplica a la factura que, cuando existe, a menudo está incompleta o es errónea”, añade Fraud Repression. Asimismo, los documentos utilizados durante el servicio pueden ser de mala calidad, o las tarjetas de crédito pueden ser debitadas varias veces por los estafadores, quienes además no proporcionan información importante, incluida la «necesaria para la identificación del negocio».

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Ante numerosas denuncias y comportamientos reprobables de actores privados, el Estado pretende apretar la tuerca. De los 545 establecimientos inspeccionados, la investigación dio lugar a “190 amonestaciones, 102 medidas cautelares, 52 denuncias penales (PVP) y 36 denuncias administrativas (PVA)”, anuncia la DGCCRF. Además, casos concretos han dado lugar a “sentencias notables”. Los trabajos de la dirección departamental del Ródano, por ejemplo, permitieron acusar a una empresa de “prácticas comerciales engañosas”. El imputado fue condenado a dos años de prisión, inhabilitación de gestión, reembolso de las partes civiles, entre otras penas. En Gironda, otra investigación condujo igualmente a la condena de un directivo a “dos años de prisión, incluido un año de prisión suspendida”, así como a más de 66.000 euros en concepto de daños y perjuicios a las víctimas.

Al constatar este “alto nivel de anomalías”, Fraud Repression pretende mantener su vigilancia para “limpiar el sector” y también quiere informar mejor a los consumidores sobre sus derechos. En particular, lanzará una campaña de comunicación dirigida a los hogares, para ayudarles a evitar lo peor. Denominado “busca ayuda, no te dejes engañar”, recuerda diez consejos prácticos, como elaborar de antemano una “lista de números de emergencia” con los que contactar en caso de problema, o considerar pasar una noche de hotel en lugar de contactar a un cerrajero en medio de la noche. También es mejor evitar a los profesionales que dejan un folleto en su buzón y sólo aceptan, en caso de intervención, trabajos de urgencia. Hay muchas maneras de evitar que un percance se convierta en un pozo financiero.