El 19 de septiembre, para sorpresa de todos, Marcelino decidió dejar su puesto como entrenador del Olympique de Marsella, tras la tormentosa reunión de la víspera entre los dirigentes del club olímpico y las peñas. Una reunión durante la cual supuestamente se profirieron amenazas.
Un peu moins d’un mois après, alors qu’il avait gardé le silence jusqu’à présent, l’Espagnol a finalement décidé de se confier à L’Equipe pour évoquer ce départ précipité, qu’il affirme avoir plus subi qu’ otra cosa. “No tomé la decisión de irme, fue una decisión general, dadas las amenazas absolutamente reprobables”, asevera. Antes de agregar: “No es que quisiéramos irnos, es que la situación era insostenible. No puedes aceptar amenazas como de costumbre. Entonces, tomamos esta decisión. Luego, si Pablo, Pedro (Iriondo, el director estratégico), Stéphane (Tessier, el director administrativo y financiero) o Javier (Ribalta, el director de fútbol) cambian de opinión, en circunstancias que no sé… Están las de cada uno. responsabilidades, el hecho de no dejar al club sin dirección, en un período en el que los partidos se suceden con una competición en curso, todo esto ha cambiado la decisión inicial. Respeto todo eso”.
En el camino, Marcelino aprovecha para pintar un retrato nada halagüeño del OM, en particular de su entorno tan particular: “Pusimos toda nuestra ilusión en desarrollar un proyecto súper atractivo, en un gran club. En cualquier caso, pensábamos que era un gran club en todos los sentidos de la palabra, pero estos lamentables acontecimientos demuestran que no es un gran club como nos gustaría ser. Algunos seguidores radicales que quieren influir constantemente en los acontecimientos impiden que sea un gran club. Pasé veinte años como entrenador, y antes casi veinte años como jugador profesional, y nunca había visto esto en mi vida. Y no creo que lo vuelva a ver más. En cualquier caso, realmente lo espero. Se trata de una forma de proceder muy alejada de lo que debería ser la realidad, en 2023, en un país civilizado. El fútbol es pasión, está bien, pero hay límites”.
El ex entrenador del Sevilla FC y del Valencia abandonó así el barco olímpico sin haber sufrido una derrota en la Ligue 1, pero con una eliminación inevitablemente dolorosa en la Liga de Campeones ante el Panathinaikos en la ronda preliminar. “Pablo y los líderes confiaron en mi personal y en mí para construir un proyecto e intentar, a través de este proyecto, llevar a OM a un nivel acorde con su historia. Es decir, luchar por ganar títulos, apoyándose en un proyecto estable, serio y duradero. Y eso fue cortado de raíz después de dos meses. Es lo ilógico lo que se invita al mundo real. Nunca aceptaré amenazas en el contexto de mi trabajo. Me apasiona mi trabajo, tomo decisiones como entrenador y siempre asumo mis responsabilidades. Pero nadie, ni los directivos, ni los aficionados, ni los periodistas, ni los jugadores podrán influir en mis decisiones. Y concluye Marcelino, poco optimista sobre el futuro del Marsella: “Mi muy corta experiencia me hace pensar que este es un club donde crear un proyecto es absolutamente imposible. Porque un club tan grande no lo pueden manejar unos pocos. Los clubes serios se gestionan desde arriba, y cada problema, cada situación se gestiona y se sanciona si es necesario.