Le Figaro Niza

No, definitivamente nunca podremos estar en paz. Hace un año y medio falleció el propietario de una lujosa villa situada en Saint-Laurent-du-Var, cerca de Niza. Desde entonces, la propiedad ha sido recuperada por su hijo, que divide su tiempo entre la comuna de Maralpine y París. Información que no pasó desapercibida para una conocida familia de okupas de la zona. Después de realizar las habituales exploraciones, la banda entró en acción el martes 26 de septiembre por la tarde y se instaló en la hermosa residencia del bulevar Louis-Roux.

“Me dijeron que había gente en el jardín y en la casa. Con otro vecino fuimos allí para averiguar qué estaba pasando exactamente. Allí estas personas nos dijeron que habían llegado hace tres días y que tenían derecho a estar allí”, recuerda Jocelyne, una vecina. Pero éste no se deja engañar e inmediatamente hace balance de la situación. No tardó en llamar a la policía, que llegó al lugar a los pocos minutos. Lamentablemente, los agentes no pueden hacer nada de inmediato debido a la presencia de niños pequeños. En total, son nueve las personas que ocupan el local: siete menores y dos mujeres adultas.

“Están acostumbrados a las okupaciones y están muy bien organizados”, observa Joseph Segura, alcalde de Saint-Laurent-du-Var. Los hombres llevan a mujeres y niños a un lugar que saben que está vacío. Luego fuerzan una abertura, en este caso una ventana que han roto, luego cambian las cerraduras con barriles que siempre llevan consigo. Esto sin contar con la vigilancia de los vecinos de este barrio tranquilo, familiar y “sin historia”, como subraya Jocelyne. “Todo el mundo se conoce, hay solidaridad entre vecinos”, afirma el concejal.

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Advertido esa misma noche, Joseph Segura se puso inmediatamente en contacto con Audrey Basquin, la comisaria del distrito, para un informe sobre el terreno. Pero para que se ordene el desalojo, primero debe presentarse una denuncia ante el ministerio público después de que el propietario haya presentado una denuncia. Por tanto, es desde la capital que el propietario acude a la comisaría a dejarlo. Sigue un período de espera legal de 24 horas.

Mientras tanto, el tono sigue subiendo entre los vecinos y la familia de los okupas. “Fuimos amenazados e insultados en numerosas ocasiones. Con otra vecina nos llamaban brujas”, añade Jocelyne. En el barrio se desarrolla un clima de zozobra e inseguridad, acentuado por el constante ir y venir de los diferentes integrantes de la comparsa. “Al principio fueron discretos pero luego ya no les importó. ¡Trajeron sus propios muebles y hasta un perro! Era incesante”, continúa este vecino del bulevar Louis Roux. Y agregó: “En un momento apareció un hombre frente a la casa. Fue recibido por uno de los adolescentes quien le dijo “puedes instalarte, estás en casa”.

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El viernes finalmente se publicó un aviso de desalojo en la puerta. Los okupas tienen 48 horas para marcharse, de lo contrario se concederá la asistencia de la policía para desalojarlos. Para apoyar a sus electores, pero también para tranquilizarlos, Joseph Segura moviliza un equipo de policía municipal el viernes por la noche frente a la villa (permanecerá dos noches seguidas). Cuando los agentes son relevados, la tribu es recogida por un camión y desaparece en la naturaleza. Un gran alivio para los vecinos del barrio. “Nos sentimos mucho mejor y hay que decir que esta historia incluso nos ha acercado más”, admite Jocelyne.

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A pesar de la marcha de los okupas, persiste un sentimiento de ansiedad. “Hay otras casas vacías y tenemos miedo de que vuelvan”, observa otro vecino, que prefiere permanecer en el anonimato. Durante varias noches, los vecinos se turnan para hacer guardia, atentos al menor coche sospechoso o al menor avistamiento. El sábado, guardias de una empresa de seguridad privada también vigilaron la villa a petición de su propietario.

Aunque la última ley del 27 de julio reforzó los poderes del alcalde en materia de okupación (ahora está autorizado a denunciar una okupación como antes sólo podía hacerlo un agente de la policía judicial), persisten algunas limitaciones. “¡Especialmente una limitación de tiempo! Deberíamos poder desalojar, con el control de la fiscalía, sin esperar las 24 horas legales, apoya el concejal de Saint-Laurent-du-Var. Porque cuanto más esperemos, más probable será que los okupas se queden. Y el clima de inseguridad está creciendo. Tan pronto como sucede algo en una comunidad, automáticamente acudimos al alcalde. ¡Dale el poder de actuar sin demora!

Desde su apresurada salida de la casa del bulevar Louis-Roux, ya no se habla de la familia de okupas. Según Joseph Segura, sería seguro que “se fueron de la ciudad o incluso del departamento. Si todavía estuvieran allí, los habríamos visto en las cámaras del Ayuntamiento”, concluye.