Se espera que el presidente iraní, Ebrahim Raïssi, visite Pakistán del lunes al miércoles, su primera visita tras un breve estallido de tensiones entre los dos vecinos en enero, según informó el domingo la diplomacia paquistaní.
Ebrahim Raïssi, acompañado entre otros por su jefe de la diplomacia y empresarios, se reunirá en particular con el presidente paquistaní, Asif Ali Zardari, y con el primer ministro Shehbaz Sharif, precisa el comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores.
También visitará Lahore, en el este de Pakistán, y Karachi, la gran ciudad costera del sur, continúa el comunicado, antes de viajar a Sri Lanka el miércoles.
Teherán e Islamabad están dando cada vez más señales de relajación después de que sus relaciones se deterioraran repentinamente cuando Irán llevó a cabo un ataque con misiles y drones el 16 de enero contra un grupo “terrorista” en suelo paquistaní. Pakistán respondió dos días después atacando “escondites terroristas” en Irán.
Los dos ataques en la región de Baluchistán, compartida entre ambos países, dejaron 11 muertos, principalmente mujeres y niños, según las autoridades.
Tras unos días de desacuerdo, los dos países anunciaron finalmente la vuelta a la normalidad de sus relaciones y el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian, aseguró durante una visita a Islamabad que Irán y Pakistán no “dejarán que el terrorismo ponga en peligro ( a ellos).
Los dos vecinos se acusan frecuentemente de permitir que grupos rebeldes operen desde sus respectivos territorios para lanzar ataques.
A principios de mes, una veintena de miembros de las fuerzas de seguridad iraníes fueron asesinados en el sudeste, en la frontera con Pakistán y Afganistán, por un grupo yihadista con base en Pakistán, según las autoridades iraníes. Los dos países también llevan años discutiendo un proyecto de gasoducto.
En marzo de 2013, este proyecto de 7.500 millones de dólares se inauguró con gran fanfarria. Pero Pakistán, sin un centavo, nunca construyó su parte.
En febrero, Islamabad dio luz verde al inicio de las obras de un primer tramo de 80 kilómetros para evitar una indemnización por retrasos de varios miles de millones de dólares adeudados a Teherán. Pero Washington reiteró en marzo su oposición a este proyecto.