Le Fígaro Nantes
“Ya era hora de que esto terminara, de lo contrario habríamos terminado encontrando un cuerpo al costado de la carretera… o algo peor”. Al otro lado de la línea, Jean-Louis Mogan, alcalde de Missillac, no oculta su alivio. El tribunal penal de Saint-Nazaire condenó, el martes 2 de abril, a un residente de esta localidad del norte de Loira Atlántico a una pena de 20 meses de prisión, incluidas 8 penas de prisión por haber amenazado a unas cuarenta personas entre 2022 y 2023 en un variedad de formas, de circunstancias que van desde manejar un hacha hasta interceptar a los automovilistas usando… un taburete.
Detrás de estas acciones, un camino. Se trata de la D2, cuyo asfalto atraviesa el territorio del municipio de Missillac y cuyo tráfico habría tenido el don de molestar al acusado, un hombre de 48 años, a pesar del límite de velocidad de 70 km/h. Llevado al límite por la contaminación acústica, el cuarentón adquirió la costumbre de colocar un taburete en la carretera, sentarse en medio del tráfico y esperar. Con los brazos cruzados y luciendo feroz. “Era sumamente peligroso, los usuarios se veían obligados a detenerse o atropellarlo. Y cuando los coches inevitablemente redujeron la velocidad, este señor parecía muy amenazador”, recuerda Jean-Louis Mogan para Le Figaro.
El concejal también fue el más afectado por la ira de los habitantes de Missillac. El hombre le acusó de no bajar el límite de velocidad en la localidad. Una ineptitud estrecha de miras, lamenta el funcionario electo. “Qué quieres, la vía es responsabilidad del departamento. Y, para conocer bien este eje, les aseguro que los incidentes importantes por exceso de velocidad siguen siendo relativamente raros”, señala el alcalde, aunque menciona algunos camiones ruidosos.
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Los argumentos del ayuntamiento, sin embargo, no calmaron al cuarentón. Alternativamente amenaza con bloquear los ayuntamientos y luego ataca a sus vecinos, a quienes amenaza de muerte. “Voy a matarte a ti y a tus hijos”, habría rugido varias veces, según nuestros compañeros de L’Écho de la península de Guérande y Saint-Nazaire, que pintan el retrato de un hombre que también conoce un “ problema del alcohol”.
“Todo fue in crescendo y, al final, la familia vecina estaba aterrorizada. Se le vio varias veces armado con un hacha. Todos teníamos miedo de que la situación acabara degenerando”, continúa Jean-Louis Mogan. Según él, la gendarmería local había registrado más de 40 denuncias en el momento de la detención del hombre de 40 años. El examen médico realizado durante su última detención policial no permitió establecer ninguna patología psiquiátrica. Sin embargo, como recuerda L’Écho, el acusado ya era conocido por los tribunales y contaba con diez condenas en sus antecedentes penales. Su pena de prisión estuvo acompañada, en particular, de una prohibición de portar armas durante cinco años y de la obligación de prestar cuidados.