El Papa Francisco preside la vigilia pascual en la Basílica de San Pedro en Roma el sábado por la noche, un día después de la sorpresiva cancelación de su participación en el Vía Crucis, que había reavivado las dudas sobre su frágil salud.
El pontífice, de 87 años, llegó vestido de blanco en silla de ruedas poco antes de las 19.30 horas para presidir esta celebración de al menos dos horas, en presencia de miles de peregrinos de todo el mundo, antes de la misa del domingo por la mañana y la Bendición Urbi et Orbi”, transmitida por la televisión internacional.
Después del rito de la luz en una basílica sumida en la oscuridad, que simboliza el paso de la muerte a la vida de Cristo entre los católicos, Francisco debía pronunciar la homilía y bautizar a ocho adultos.
Su presencia fue confirmada por el Vaticano al mediodía, a pesar de la cancelación el viernes por la tarde, en el último momento, de su visita al Viacrucis del Coliseo “para preservar su salud”.
Esta cancelación – que se produjo momentos antes del inicio de la ceremonia, lo que obligó a los organizadores a retirar apresuradamente la silla del Papa – y la lacónica comunicación del Vaticano ayudaron a reavivar las preguntas sobre la delicada salud de Jorge Bergoglio. “El Vía Crucis del Papa frágil”, tituló el sábado el diario La stampa, mientras que Il Messaggero mencionó la “renuncia de Francisco”.
El jesuita argentino ya había cancelado su participación en el “Vía Crucis” de 2023, pero esta decisión se produjo tras una hospitalización de tres días por bronquitis y había sido comunicada con antelación.
Un pilar central del calendario católico, la Semana Santa, que incluye numerosas ceremonias que terminan con la Pascua, puede compararse con una maratón para un octogenario que viaja en silla de ruedas desde hace dos años. En los últimos días, el obispo de Roma había cumplido sus compromisos hasta el punto de presidir, como estaba previsto, el oficio de la Pasión de Cristo durante casi dos horas el viernes por la tarde.