A su vez, los ejércitos (terrestres, marineros y aviadores) lanzan campañas de reclutamiento. Cada uno de ellos intenta no “canibalizar” al otro en un mercado laboral restringido para determinadas especialidades raras o demandadas: técnicos digitales, ingenieros nucleares, especialistas en aeronáutica o incluso personal de restauración… Pero la principal dificultad no reside en la contratación inicial. Se trata de «retención». En 2023, 2.920 efectivos no renovaron su contrato con el ejército. En 2019 solo había 1.683.

En promedio, los miembros del ejército sirven un año menos que hace una década. El ministerio desea invertir la tendencia y alcanzar una media de 6 años de antigüedad para los suboficiales frente a los 4 años actuales, 20 años para los suboficiales frente a los 18 años actuales y 27 años frente a los 25 años de los oficiales. “Las cifras exigen que actuemos con fuerza”, advirtió el ministro de las Fuerzas Armadas, Sébastien Lecornu, durante sus deseos en enero. El año pasado, al ejército le faltaban unas 2.000 posiciones.

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Por ello, presentó el lunes un plan de “fidelización de 360 ​​grados” con un presupuesto de 750 millones de euros para el período 2024-2030. Algunas medidas existentes ya estaban previstas en el “plan familiar”. Su objetivo es aliviar las limitaciones de la vida militar, mejorar la vivienda, la infraestructura, la empleabilidad de los cónyuges, el acceso a la atención o la escolarización de los niños. Estas dificultades alimentan un malestar latente entre los militares. Muchos de ellos hablan del peso de la soltería geográfica, de las limitaciones de la mudanza o de la frustración salarial. Las lagunas son especialmente problemáticas en el ámbito cibernético: si la atracción de las misiones permite contratar personal, pueden reclamar salarios mucho mejores en el sector privado al cabo de unos años. En el ejército abogamos por la posibilidad de que este público regrese.

El Ministerio de las Fuerzas Armadas implementará unas cuarenta medidas para facilitar la vida de los militares. Algunas bonificaciones se incluirán ahora en las pensiones militares, que ya existían para gendarmes, policías y funcionarios de aduanas, con un coste anual estimado de 75 millones de euros. Las plantillas de agentes también se revisarán más rápido de lo previsto, a partir de 2025, con un coste adicional de 70 millones de euros para el Estado. Las listas de suboficiales se revisarán en 202, después de las de suboficiales en 2023. En 2025, el ministerio ofrecerá, con la CFC y las mutuas, garantías y la concesión de préstamos inmobiliarios a tipos ventajosos. En materia de vigilancia sanitaria, a menudo complicada por los traslados, se hará referencia a los médicos tratantes dispuestos a reservar una parte de sus pacientes para el personal militar. El mando también sabrá cómo escuchar y reaccionar mejor a las solicitudes de los soldados a su cargo.