Un rumano de 41 años fue condenado el viernes en París a cinco años de prisión por obligar a su medio hermano adolescente a robar, tras el juicio. Este expediente es el de una “sesión a puerta cerrada del clan”, de un “encierro seguido de un intento de emancipación” por parte de la víctima, que ahora tiene casi 19 años, comentó ante la fiscal general del Tribunal Penal Departamental Sylvie Kachaner.
El acusado, Marius I., también recibió una prohibición permanente de viajar al territorio francés tras ser declarado culpable de “tráfico de personas”, lo que él impugnó. Su medio hermano lo acusó de obligarlo a pasar todo el día robando. Sin embargo, el tribunal no aceptó la violencia que se le atribuye.
La víctima, Adrián (nombre cambiado), también encarcelado por robo, acusa de los mismos hechos a su padre, de 59 años. Este último se encuentra en Rumanía y es objeto de una orden de registro. Ya condenado en 2019 por hechos similares relacionados con una de sus nueras, inicialmente iba a ser juzgado en ausencia junto con Mario I. Pero, por razones procesales, su juicio se pospuso para una fecha posterior, ante un tribunal de sedes.
Según el relato de Adrián, los hechos comenzaron cuando él tenía 12 años. Seis días a la semana (el martes era su único «día de descanso») tenía que abandonar su campamento por la mañana y corría el riesgo de ser golpeado si su botín era insuficiente. La audiencia estuvo marcada por las inconsistencias y contradicciones del joven que dio distintas versiones sobre ciertos detalles. Adrián, analfabeto, nunca ha ido a la escuela. Entre los 14 y los 16 años, fue «infeliz, desnutrido, golpeado, obligado a robar»: sus palabras presentan ciertamente «debilidades y fragilidades», pero no deben ser cuestionadas, afirmó su abogada, la señora Marie Millasseau.
Para Guillaume Lardanchet, presidente de la asociación «Hors la rue», que ayuda a los menores extranjeros en peligro, esta cuestión se refiere a un fenómeno de «control» que se aplica a una parte de la comunidad gitana, originaria de la misma región rumana. Los adultos afectados obligan a sus hijos a robar para pagar las deudas contraídas, especialmente durante el matrimonio, explicó. Sin embargo, estos mecanismos no son específicos de los gitanos y sólo afectan a una «minoría» de esta comunidad, insistió el líder de la asociación.
«No estamos aquí para arrojar luz sobre un fenómeno, sino para decidir la culpabilidad de un hombre», afirmó el abogado del acusado, Paul Faucon, quien pidió la absolución. Para él, Adrián “miente todo el tiempo”: sus declaraciones, de “fragilidad vertiginosa”, desembocan en un expediente de “cachicharros”. «Estamos considerando apelar», respondió a la AFP. Por su parte, Adrián está “satisfecho de haber sido reconocido en su condición de víctima”, comentó Me Millasseau. Según ella, no se trata de “dar ejemplo”, sino que este veredicto debería “animar” a otras víctimas.