Le Figaro Marsella
Es una mañana de miércoles como cualquier otra en Marignane. Los carteles de supermercados y panaderías de la zona empresarial de Palun brillan bajo el sol. De repente, cerca de la carretera principal, aparece una forma negra a lo lejos. Luego un segundo, cerca de un hotel. Pero estos no son turistas con sus maletas de ruedas. La imagen se vuelve más clara y podemos ver cerdos grandes con pelaje oscuro. Una situación lejos de ser anecdótica en Marignane.
Desde hace casi quince años, la pequeña ciudad cercana a Marsella se enfrenta a una proliferación del animal, hasta el punto de que la situación se ha vuelto extremadamente tensa. Según el ayuntamiento de Marignane, el pasado mes de diciembre se contabilizaron nada menos que 600 cerdos en la ciudad, algunos de los cuales vagaban por las calles de la ciudad.
La historia comienza hace unos quince años. Estos grandes animales fueron vistos en un bosque de Marignane, durante la noche, sin que aún hoy sea posible determinar por qué ni quién los trajo aquí. “No sé cómo explicar el origen de todo esto”, admite Véronique Tardy, teniente de alcalde de Marignane encargada del bienestar animal. Me han contado muchas fábulas. Sé que están ahí desde 2007 y que proliferaron hasta 2020, cuando nos llamaron para pedir ayuda.
Los cerdos comenzaron a ocupar un espacio contiguo a una carrocería. El culturista intentó solucionar el problema, creó una asociación para solucionarlo y pidió al ayuntamiento que le ayudara a impulsar este proceso. Pero pasaron los años y los cerdos proliferaron incansablemente. “Los cerdos son fértiles a los cuatro meses de edad y pueden tener cuatro camadas al año de entre diez y doce lechones”, calcula el funcionario electo.
Los cerdos se alejan cada vez más del bosque, hasta apoderarse de las calles de la ciudad y, en particular, del aparcamiento de la zona comercial, a veces alimentados por los lugareños que compran pan en la panadería de al lado. Algunos también adoptan y trasladan lechones, antes de liberar a los cerdos, mucho menos lindos, cuando son adultos.
La Fundación Brigitte-Bardot finalmente se pone manos a la obra para intentar frenar el fenómeno. Se establece entonces el inicio de una colaboración entre el ayuntamiento y la asociación. Los cerdos son castrados. Se construyen recintos para separarlos. A pesar de estas medidas, algunos cerdos siguen vagando tranquilamente por Marignane. «No fue muy concluyente», lamenta Christophe Marie, director adjunto y portavoz de la fundación Brigitte Bardot.
“Era inmanejable”, afirma Véronique Tardy. Habíamos creado una red para alimentar a los animales. Pero a finales de año la asociación nos dijo que ya no tenía suficiente para alimentarse. De 100 cerdos pasamos a 600 cerdos. Para alimentar a los animales se necesitaban más de 3.000 euros al mes. ¿Cómo querías hacerlo? No olvidemos tampoco que existía el canibalismo, en el que los más fuertes se comían a los más débiles. ¿Es esta una situación soportable para un ayuntamiento? Estábamos abrumados”.
La abundancia de cerdos, cuyo crecimiento parece descontrolado, empieza a ser motivo de preocupación. “También debemos ser conscientes de que los animales vagabundos pueden representar un peligro de accidente, ya que estamos cerca de carreteras muy transitadas”, señala Christophe Marie. El ayuntamiento, por su parte, teme el riesgo para la salud que supone esta inusual presencia de animales. «No debemos olvidar que estamos en una zona de transporte internacional», afirma Véronique Tardy. La peste porcina está a las puertas de Italia. Un inglés resultó infectado con esta plaga aunque antes pensábamos que el virus no era transmisible a los humanos. Y basta que llegue un transportista italiano con un sándwich estropeado. Se lo da a los cerdos pensando que están haciendo lo correcto. Y en este sándwich están los bacilos de la peste porcina. ¡Y ahí lo tienes!».
A finales del año pasado, el ayuntamiento de Marignane finalmente tomó una decisión radical, sin avisar a la fundación Brigitte-Bardot. “Nos encontramos ante un muro, una decisión grave y muy dolorosa que ciertamente enfermó a algunas personas, pero que había que tomar”, explica Véronique Tardy. No teníamos elección. El ayuntamiento decidió en conciencia desprenderse de parte del ganado porque era imposible seguir alimentando a estos animales y no teníamos suficiente comida. Algunos de los cerdos se fueron sin problemas, porque elegimos la mejor de las soluciones menos malas. Es eutanasia, sí, pero conciliando el sueño de forma controlada”. Se mataron unos 250 cerdos, lo que provocó la indignación de la fundación Brigitte-Bardot.
“No hubo ninguna consulta sobre este tema y nos sentimos traicionados en nuestra confianza”, lamenta Christophe Marie. En caso de desastre, la asociación busca una solución para salvar a los cerdos restantes, de los cuales, según él, unos 200 siguen vivos y vagando. Por último, la fundación Brigitte-Bardot encuentra criadores que aceptan actuar como socio de pensión en el departamento de Bocas del Ródano para cuidar de estos animales y cuidarlos de por vida. La fundación, por su parte, se ocupa del aspecto financiero. “Les pedimos que vivan su vida sin riesgo de eutanasia”, proclama Christophe Marie. «Es un alivio saber que estos animales van a tener una vida mejor y no una vida errante, porque no es una vida andar así en la calle, buscando y pidiendo comida», considera Véronique Tardy.
Desde principios de semana, la Fundación Brigitte-Bardot hace escala en Marignane para llevar a los cerdos, uno a uno, a su nuevo hogar. Hasta la fecha se han capturado alrededor de 100. “El ayuntamiento ha instalado recintos de captura”, explica Christophe Marie. Los animales son acorralados para alimentarlos y luego pueden ser cargados más fácilmente en camiones”.
“El objetivo es encontrar una solución para todos los animales, porque si dejamos una hembra, muy rápidamente se reproducirán”, reconoce Christophe Marie. Luego también tendremos que seguir a los grupos de Marignane para poder intervenir. Así que será un trabajo que no se hará de la noche a la mañana. Y el fenómeno tampoco va a desaparecer de la noche a la mañana”.
Y con razón: el número exacto de cerdos es tal que hasta el día de hoy se desconoce. Véronique Tardy suspira. “¿Marignane sin cerdos? No será posible. En cualquier caso, siempre habrá gente que coleccione cerditos para hacerlos crecer. Y cuando lleguen a los 40 kg, los traerán de vuelta. Detrás de ella, un camión lleno de cerdos se aleja para incorporarse a la vía departamental.