Religión, terrorismo, depresión… e incluso suicidio: se ríe de casi todo. Jérémy Ferrari, un humorista “negro pero profundamente social”, ha llegado a lo más alto de la escena de la comedia francesa en 15 años.

La AFP se reúne con él a pocos días de la representación número 200 de su espectáculo Anesthesia Générale, que estuvo en gira por toda Francia durante cuatro años y cuyo epílogo está previsto para este fin de semana en el Accor Arena de París. Para aquellos que no pudieron conseguir entradas, ya que las dos fechas estaban llenas, es decir, 20.000 asientos en total, el comediante de 38 años, nacido Jérémy Larzillière, lo tiene todo planeado: el espectáculo (¡tres horas!) se retransmitirá en directo en el cine. Domingo por la tarde.

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Más de 300.000 personas habrán visto este espectáculo unipersonal, su récord. “Me entristecerá dejar este programa, pero no me arrepiento”, confiesa, diciendo “Siento que he llegado al final”. “Hay tristeza porque es mi espectáculo más personal pero también estoy pasando una página en mi vida”, asegura.

Tras el éxito de Hallelujah Bordel, sobre las religiones, y Vends 2 pièces à Beirut, sobre la guerra y el terrorismo, el cómico tomó las riendas de su salud. En una presentación, relata sus trastornos psicológicos, sus adicciones pasadas (alcohol en particular) y su intento de suicidio, sin olvidar el Covid-19. Todo en un tono juguetón. ¿Intentos de suicidio? “Es común en mi familia”, le dice al público, que contiene la respiración durante una fracción de segundo antes de estallar en carcajadas.

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“Cuando tengo que lidiar con el Bataclan (los atentados del 13 de noviembre de 2015, N.D.), dos meses después de los hechos, y decido ir al 100%, bueno en ese preciso momento, me da miedo porque si no No te preocupes, mi carrera está arruinada. Es un desafío personal”, observa. Acerca su arte al de los dobles de cine y a otros comediantes que no tenían miedo de dividirse. “No me comparo con Coluche, pero la gente que me dice que mi humor no es unificador, que es demasiado divisorio, me pregunto si habrán visto los sketches de Coluche”, se pregunta. ¿Su género? “Negro y social”, responde él, que proviene de un entorno modesto y creció en las Ardenas. “Soy uno de los comediantes que vienen del pueblo y que le hablan al pueblo. Creo que no soy nada elitista”.

Acción contra la AIMF, boceto extraído del segundo espectáculo Vends 2 pièces de Jérémy Ferrari en Beirut.

Cuando la AFP le preguntó si las múltiples provocaciones en sus espectáculos le causaban dificultades, Jérémy Ferrari no eludió. “Sí, había gente cautelosa”, admite, asegurando que nunca reescribió el más mínimo boceto bajo presión. “Hice todo por instinto, así es como trabajo”. Lo cierto es que, para garantizar su libertad, el comediante se presenta a sí mismo. «Tengo mucho control», admite, diciendo que le gusta tenerlo todo en sus manos. También se convirtió en productor de rodajes jóvenes como Laura Laune o Arnaud Tsamere.

Adicto al trabajo, actúa con este último y con Baptiste Lecaplain, en giras con entradas agotadas. Según él, “el dinero siempre gana al miedo, entonces si das miedo, pero eres muy rentable, te terminan dejando hablar. Siempre dije que era el público quien me llevaba”. Es con este público con el que cuenta para sus próximos proyectos, incluido un próximo espectáculo sobre ecología.

Antes de eso, dentro de unos meses protagonizará un thriller con Golshifteh Farahani. Una novedad para el comediante, que confiesa que le habían pedido en numerosas ocasiones actuar en películas y hasta ahora siempre había declinado porque los escenarios no le “emocionaban”. Nunca mejor servido que solo, también escribió una película, actualmente “en proceso de financiación”.