Primero, seamos claros: 24 eventos son demasiados, demasiados. Más aún si se añaden las carreras sprint a las que todavía se les busca utilidad distinta a la contable (y financiera). Y más cuando ya sabes el final. ¿Quién querría hoy seguir una serie de 24 episodios sabiendo el desenlace? Para aquellos que tienen recuerdos entrañables y eufóricos de la formidable cosecha de 2021, completada con el primer título de Max Verstappen ganado en la última vuelta de la última carrera, los dos siguientes tienen poco sabor.
En un momento, Sergio Pérez, sin igualar al holandés, consiguió hacerle cosquillas en Red Bull en determinadas carreras. Cosa que ya no es así y el mexicano, al que conocíamos como un lobo en la pista, se ha convertido con el tiempo en nada más que un manso cordero que bala suavemente. Sin duda, la batalla detrás de Red Bull podría resultar dura. Excepto que por el momento no tenemos ninguna certeza. Imagínese si Ferrari (o McLaren) logra emerger como subcampeón indiscutible detrás de Red Bull, ¿estará emocionado por un formidable duelo entre Lewis Hamilton y Lando Norris por el cuarto o quinto lugar? El amante acérrimo de la disciplina dirá que sí. Pero es probable que el espectador medio se duerma una buena siesta el domingo por la tarde frente a su televisor sólo para despertarse y darse cuenta: “Maldita sea, me perdí a Esteban Ocon adelantando a Fernando Alonso por el noveno puesto”. Y ? Nada más, gracias, puedes seguir adelante.
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Cuanto más tiempo mejor. 24 carreras que nos llevarán hasta diciembre con secuencias geográficamente lógicas por una vez (Japón después de China, por ejemplo) y que marcarán nuestro año. ¿Por qué una temporada tan larga puede resultar tan interesante? Por la buena razón de que un fabricante que ha perdido su coche puede compensarlo. El año pasado, los McLaren de Norris y Piastri fueron casi la última fuerza en el campo antes de que los magos liderados por Zak Brown hicieran modificaciones salvadoras en su coche. Hasta el punto de que es la segunda fuerza en el campo diez GP después.
En cuanto al dominio abrumador de Max Verstappen y Red Bull, es un hecho. Pero hay que profundizar en los archivos de la disciplina para saber que el año posterior al triunfo suele ser complicado de gestionar. Hable con Michael Schumacher y Ferrari: en 2004, 13 victorias para Schumi, 15 para Ferrari; en 2005, Fernando Alonso con Renault le destronó. Ganar es (casi) fácil, dominar y perdurar (casi) imposible. Sobre todo porque los oponentes de Red Bull tienen colmillos: Leclerc quiere reforzar su estatus de líder un año antes de la llegada de Lewis Hamilton a los Rojos; el británico quiere volver a la victoria; Lando Norris finalmente quiere llevar un médico de cabecera en su bolso; Fernando Alonso lleva diez años esperando su éxito número 33; Los Alpes de Pierre Gasly y Esteban Ocon sueñan con la reconquista… En definitiva, batallas a todos los niveles. ¿No encontraríamos aquí todos los ingredientes para una temporada apasionante?