Durante diez años, Rusia ha estado librando una guerra en Ucrania. Sus “hombrecitos verdes” primero conquistaron Crimea, luego financiaron, armaron y entrenaron a los separatistas de Donbass. A raíz de esta injerencia rusa, la CIA (la “Agencia Central de Inteligencia” estadounidense) comenzó a financiar bases de inteligencia militares ucranianas, revela el New York Times en una investigación extremadamente profunda. Estas bases serían un total de doce, establecidas a lo largo de la frontera rusa y seguirían activas a pesar de los bombardeos rusos.

El 24 de febrero de 2014, cuatro días después de la invasión de Crimea, Valentyn Nalyvaichenko, designado jefe del SBU, la inteligencia ucraniana, se puso en contacto con los jefes de las ramas de la CIA y del MI6, el espionaje británico. “Así empezó todo”, explica a nuestros colegas americanos. Los estadounidenses imponen condiciones: los ucranianos recibirán ayuda y financiación, pero no deben dar información que pueda provocar muertes. Pero el SBU resultará extremadamente eficaz. En 2015, el general Valeriy Kondratiuk, entonces jefe de la inteligencia militar ucraniana, el GUR, llevó al subdirector de la CIA una pila de documentos que contenían información detallada sobre el diseño de los submarinos nucleares rusos.

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En 2016, los ucranianos lanzaron una campaña de asesinatos selectivos, a pesar de la desgana estadounidense. Estos últimos se quejan, pero dada la eficacia de la inteligencia ucraniana, continúan apoyándolos. Ese mismo año, el jefe del GUR, Valeriy Kondratiuk, recibió ayuda estadounidense para modernizar sus “antenas”, sus capacidades de escucha a cambio de compartir información. La CIA lanzó un programa para entrenar agentes ucranianos llamado «Operación Pez Dorado». Los oficiales entrenados de esta manera son desplegados en bases militares a lo largo de la frontera rusa.

Esta asociación entre los dos países tiene sólo un defecto: Estados Unidos se mantiene firme en que no alentará a los ucranianos a llevar a cabo operaciones clandestinas en Rusia. Después de que se le negara una operación en territorio ruso en Rostov, el general Kondratiuk envió la Unidad 2245, una fuerza de comando disfrazada con uniformes rusos y entrenada por la CIA, a la Crimea ocupada. Están manchados, el fiasco es total. “Esta es nuestra guerra y debemos luchar”, respondió el general Kondratiuk tras las recriminaciones de Washington.

Bajo la presidencia de Donald Trump, y a pesar de su ambición de reconectar con Vladimir Putin, los agentes ucranianos aumentaron de 80 a 800 en las bases financiadas por la CIA. En 2020, durante una reunión en La Haya, la CIA, el MI6 y los servicios de inteligencia holandeses y ucranianos sellaron un acuerdo para aunar su inteligencia sobre Rusia. Los servicios británicos y estadounidenses anunciaron en noviembre de 2021 que Rusia invadirá Ucrania. Además, los líderes políticos de los dos países lo dirán públicamente. Sin embargo, el gobierno de Kiev parece no creerlo.

Tras la invasión a gran escala del 24 de febrero de 2022, Washington autoriza a sus agencias de espionaje a ayudar a Ucrania en sus operaciones comando y encubiertas. Se intercambian las ubicaciones de las bases militares rusas o incluso listas de nombres. Como prueba de la solidez del intercambio de información, la CIA y el GUR han construido dos nuevas bases.