Le Fígaro Nantes
Ayer como hoy, ocho ángeles musicales vigilan el centro de Nantes desde lo alto de la basílica de San Nicolás. Pero esta vigilia no se remonta al fondo de los tiempos. Contra todo pronóstico, las figuras que realzan este monumento del siglo XIX con su silueta dorada vigilan desde hace menos de veinte años en lo alto de su aguja. Los protectores más antiguos los precedieron en esta posición, antes de desaparecer en circunstancias extrañas. Fue en 2009. Quince años después, una persona implicada en la dispersión de los ángeles de la basílica debería comparecer ante el tribunal. No tiene ni el perfil de Arsène Lupin ni el de una auténtica bromista. Se trata de un contratista que participó en la última gran restauración del monumento.
El hombre en cuestión será juzgado el 4 de julio en el tribunal penal de Nantes por “abuso de confianza”, declaró a Le Figaro el fiscal Renaud Gaudeul. En 2009, el acusado dirigía una empresa de la región de Nantes encargada del desmantelamiento de ángeles. La operación se enmarca en una importante campaña de restauración de este edificio neogótico, clasificado desde los años 80 como monumento histórico. Una vez retiradas, estas estatuas originales de plomo de 2,5 metros de altura se fundieron para crear reproducciones de bronce dorado destinadas a reemplazarlas en la parte superior de la basílica. Entonces, estos serafines, de alrededor de 150 años, volaron y cayeron en el olvido. Y acabó aterrizando en manos del empresario de Nantes.
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La investigación policial llevada a cabo por la Dirección Departamental de Seguridad Pública se reveló en el otoño de 2022: resultó que el hombre se había apoderado libremente de estas estatuas, diseñadas por el arquitecto de la basílica Antoine Lassus, amigo íntimo de Eugène Viollet-le. -Duc. El contratista, puesto bajo custodia policial en septiembre, admitió los hechos y declaró a la policía que consideraba que estas piezas formaban parte de «residuos de la obra» y que, por tanto, se consideraba libre de deshacerse de ellas como mejor le pareciera.
En este caso, los ángeles se vendieron a un precio elevado y luego se dispersaron a discreción del mercado del arte. Fue sólo una subasta que, en 2020, acabó alertando a los servicios de la Dirección Regional de Asuntos Culturales (Drac) de Pays de la Loire: el ejemplar deberá pasar entonces bajo el martillo con un precio de salida fijado en 19.000 euros. Fueron necesarios dos años de investigación para encontrar vestigios de este conjunto. Uno de estos seráficos trompetistas acabó en una colección española. Otros fueron vendidos a particulares: aquí, un notario; allí, un artista… Incluso la empresa encargada de realizar las reproducciones que hoy dominan la basílica se había ofrecido uno de los ocho ángeles de San Nicolás. Todos fueron inicialmente dispersados por el empresario que ahora es objeto de un proceso judicial.
El expediente está siendo seguido de cerca por la ciudad de Nantes, propietaria de la basílica y de su mobiliario catalogado, que por lo demás es inalienable. Los investigadores ya han recuperado un ángel desaparecido. “Está guardada en un lugar seguro”, comenta simplemente el municipio, añadiendo que “la cuestión de la valorización de todas estas estatuas puede surgir cuando los demás ángeles también sean devueltos a la ciudad”. Según nuestros compañeros del Oeste de Francia, el regreso de los demás ángeles podría tardar mucho tiempo. Algunos de sus actuales propietarios se opondrían a la libre restitución de estos bienes ganados con tanto esfuerzo. Este litigio debería decidirse “en los próximos meses” en el tribunal administrativo de Nantes.
Tantos procedimientos que el sacerdote de la basílica de San Nicolás, Loïc Le Huen, observa desde lejos. «No estamos directamente involucrados», confiesa a Le Figaro, y se limita a señalar que «la ciudad de Nantes desea recuperar su patrimonio, cueste lo que cueste». ¿Aún tiene esperanzas de ver reaparecer el enjambre angelical en su parroquia? El sacerdote se encoge de hombros. “Dependerá del Ayuntamiento. Esto no cambia nada para la basílica, ya que las reproducciones están en su lugar y no se mueven. Para mí, mis ángeles, están ahí.