¿El CPF está muy mal utilizado? El gobierno desea introducir un resto de al menos el 10% para los beneficiarios de la cuenta de entrenamiento personal. Y esto para ahorrar dinero, pero también porque “el sistema todavía tiene límites en términos de eficiencia”, explica Bercy. El Ministerio de Economía evoca así el fraude, pero también sus “cuestiones sobre la pertinencia de la formación seguida”, recordando que uno de cada cinco no tendría una finalidad profesional.

Este presupuesto de formación, complementado por las empresas y el Estado, el 17% de los beneficiarios afirmó haberlo utilizado sin ningún fin profesional, según un estudio de Dares publicado en 2023. En un tercio de los casos, se trataba de formación en una lengua extranjera (frente a 16% de la formación de media). Las personas mayores están sobrerrepresentadas en estos cursos de formación por motivos puramente personales: representan el 20% del público (frente al 6% del público en promedio).

Pero los dos motivos no siempre son tan distintos como parecen, señala el estudio. «La mitad de las personas que declararon haber seguido la formación CPF con fines personales» también declararon «al menos un objetivo profesional entre los propuestos en la encuesta», como reciclarse, hacer mejor su trabajo o mejorar sus perspectivas profesionales.

Para un tercio de los beneficiarios del CPF, se trata principalmente de mejorar sus perspectivas profesionales mediante la formación. Una cuarta parte de ellos también menciona el reciclaje. También son muchos los que están a favor de ganar eficiencia en el trabajo o incluso de obtener una certificación para ser mejor reconocidos.

En 2022, las formaciones más solicitadas fueron para el permiso de conducción (17%), la creación de empresas (14%), el TOEIC (una prueba certificativa de inglés, 7%) o la evaluación de habilidades (5%), según el balance de la Caisse des Dépôts. En algunos casos, los beneficiarios acuden a petición de su empleador, para obtener la certificación necesaria para su trabajo.

Casi una de cada dos personas que utilizó su CPF para financiar su permiso B (código, curso de conducción o ambos) afirmó que lo necesitaba para ir a trabajar, el 29% como parte de su actividad profesional, según Dares. Una de cada cinco veces, el CPF no cubrió íntegramente el coste de la formación, dejando al beneficiario pagar, a veces, más de 500 euros.