“La audiencia de última oportunidad”. Los días 20 y 21 de febrero de 2024 son una fecha crucial para Julian Assange, advierten sus seguidores. El Tribunal Superior del Reino Unido decidirá si el recurso final del denunciante de 52 años contra su extradición a Estados Unidos, donde se enfrenta a 175 años de prisión en virtud de la Ley de Espionaje por haber revelado, a través de su organización WikiLeaks, crímenes de guerra cometidos por Estados Unidos Estados Unidos durante los conflictos de Afganistán e Irak.

Esta nueva decisión judicial, Julian Assange, considerado periodista de investigación por sus defensores, hacker o espía por sus detractores, le espera en la prisión londinense de Belmarsh, a menudo llamada el “Guantánamo británico”. ¿Cómo llegó allí? ¿Qué está en juego en la decisión judicial que se espera para el miércoles? Una mirada retrospectiva a las principales etapas de un increíble viaje hacia el corazón del debate sobre la libertad de prensa y el secreto de Estado.

Primero lo primero, ¿quién es Julian Assange y cuál es su organización Wikileaks? Apasionado por las computadoras desde temprana edad, el joven que creció en Townsville, Australia, se convirtió en hacker cuando era adolescente. Utiliza el seudónimo de “Mendax” (mentiroso en latín) para introducirse, por placer, en redes digitales protegidas. Esto le valió su primer revés con la justicia, cuando hackeó el servidor australiano de una multinacional de telecomunicaciones. Se declara culpable y recibe una sentencia leve por falta de mala intención y una infancia difícil. Luego estudió matemáticas, filosofía y neurociencia en seis universidades diferentes de Melbourne sin obtener nunca un título.

Cuando fundó la plataforma WikiLeaks en 2006, Julian Assange siguió una verdadera filosofía: mediante nuevos medios informáticos de cifrado y piratería, este ciberactivista quería romper el control de la información por parte de los Estados y hacerla accesible a los ciudadanos. Esto es criptoanarquismo. Cualquier información, por secreta que sea, debe poder ser revelada en cualquier momento. La interfaz segura de Wikileaks permite recopilar documentos mediante envío anónimo y cifrado, protegiendo al mismo tiempo la fuente. Cualquier usuario de Internet puede enviar documentos allí, protegido por un anonimato muy fuerte, aunque no infalible, porque Internet siempre permanece rastreado. También es posible el envío por correo. Desde los primeros años, los documentos revelaron la corrupción de los jefes de Estado africanos, las actividades de las empresas offshore rusas, los casos de espionaje y las violaciones de los derechos humanos perpetradas por los Estados. En 2010, trueno. WikiLeaks publica más de 750.000 documentos confidenciales relacionados con los métodos operativos del ejército estadounidense en Irak y Afganistán. Informes del ejército, telegramas diplomáticos, pero también un vídeo que muestra a soldados estadounidenses engañando a los iraquíes e información sobre la prisión de Guantánamo. Estos elementos los aporta la analista militar estadounidense Chelsea Manning, consciente de que corre peligro de alta traición (será condenada a 35 años de prisión, pero saldrá en libertad en 2017 gracias a una sentencia reducida del presidente Barack Obama).

Para la Casa Blanca, esta operación es un “delito grave”. Washington acusa a Julian Assange de haber puesto en peligro fuentes de servicios estadounidenses. El portavoz presidencial, Robert Gibbs, habla de “graves violaciones de la ley” y “una grave amenaza para quienes dirigen y ayudan a nuestra política exterior”. La Secretaria de Estado Hillary Clinton habla de un “ataque a la comunidad internacional”. Se abre una investigación por espionaje. En 2019, Julian Assange fue acusado: se enfrentaba a hasta 175 años de prisión.

El ciberactivista, por su parte, cuenta con el apoyo de muchas voces muy diversas, que trascienden las divisiones políticas tradicionales. La derecha estadounidense, pero también la gran mayoría de las ONG de derechos humanos y de las asociaciones de periodistas, desde Amnistía Internacional hasta Reporteros sin Fronteras, incluido el propio Daniel Ellsberg, que en 1971 estuvo en el origen de la divulgación de los Papeles del Pentágono, defenderán él en la batalla legal que sigue.

Unos meses después de estas revelaciones, el director de Wikileaks, que vive en Londres, fue objeto de otra denuncia en Suecia. Está acusado de violación y agresión sexual contra dos mujeres suecas por hechos ocurridos en agosto de 2010. El australiano reconoce la relación, pero asegura que fue consentida. Se emite contra él una orden de detención europea.

Para el ciberactivista, este asunto es un montaje para amordazarlo. Sin embargo, se entregó a la policía británica. Suecia presentó una solicitud de extradición, validada en febrero de 2011. Temiendo ser enviado de regreso a Washington para ser juzgado, Julian Assange acudió a la embajada de Ecuador en Londres en junio de 2012. Solicitó asilo político, que le fue concedido por el país centroamericano entonces dirigido por el izquierdista Rafael Correa, uno de sus fervientes partidarios, quien también le concedió la naturalización en 2017.

Comienza entonces un largo encierro en los confines de esta pequeña representación diplomática que durará 7 años. El denunciante continúa sus actividades allí. En 2016, desde las instalaciones de la embajada, comentó en las redes sociales la campaña para las elecciones presidenciales estadounidenses, mientras WikiLeaks publicaba miles de correos electrónicos pirateados del Partido Demócrata. Los servicios de inteligencia estadounidenses dirían más tarde que Rusia habría favorecido estas publicaciones para influir en las elecciones a favor de Donald Trump, candidato del Partido Republicano.

Este confinamiento se prolongó hasta 2019, cuando el nuevo presidente ecuatoriano, Lenin Moreno, puso fin al asilo político de Julian Assange (su antecesor, Rafael Correa, calificó este gesto de “venganza personal” tras la publicación por WikiLeaks de una cuenta secreta en Panamá a nombre de la familia Moreno). El denunciante también se encuentra privado de la nacionalidad ecuatoriana. Entonces comienza todo: apenas salido de la embajada, la policía británica lo arresta y lo mete en una furgoneta. Está recluido en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, en el sureste de Londres.

En febrero de 2020 comenzó el enfrentamiento legal con la justicia británica. Un año después, rechazó la solicitud de extradición a Estados Unidos, debido a su “salud mental”, al tiempo que rechazó su libertad bajo fianza. En abril de 2022, la justicia británica ordenó esta vez la extradición a Estados Unidos. Julian Assange apela. Solicitud rechazada por primera vez por el Tribunal Superior británico en junio. Esta es la cuestión de la decisión del martes: si Julian Assange pierde este nuevo recurso, se habrán agotado todos los recursos legales en el Reino Unido para evitar la extradición.

El comité de apoyo a Julian Assange organiza este martes varias manifestaciones, en particular en París, Estrasburgo, Burdeos, Ajaccio y Niza. Para las organizaciones que defienden la libertad de prensa, el caso de Julian Assange corre el riesgo de sentar un precedente grave. “Periodista, editor o fuente periodística, los puntos de vista difieren sobre el estatus de Julian Assange. Pero lo más importante es por qué se atacó a Julian Assange”, explica Reporteros sin Fronteras (RSF) en su sitio web. Para la organización, si Wikileaks no es un periódico per se, su jefe “contribuyó” al periodismo. “La publicación por WikiLeaks de documentos clasificados dio lugar a numerosos artículos de interés público en todo el mundo”, recuerda RSF. “El procesamiento del que es objeto (…) asestaría un golpe sin precedentes a la libertad de prensa”.

Karen Sharpe, autora del libro Julian Assange Speaks (Ediciones Investig’action, 2021), explica que el miércoles son posibles tres resultados. “O los dos jueces aceptan que apele, o no lo aceptan y eso es grave: ¡puede ser extraditado en 24 horas! O anunciarán que necesitan más tiempo para tomar una decisión. Si los ingleses y los estadounidenses esperan hasta el final de las elecciones en ambos países para que se resuelva su recurso, es decir después de enero de 2025, las cosas pueden cambiar favorablemente para Julián. El hijo de Donald Trump, que también es su asesor, dijo que su padre estaría a favor de retirar los cargos. Vivek Ramaswamy, un ex candidato que llamó a votar por Trump, también adoptó esta posición, al igual que tres candidatos demócratas.

Mientras tanto, ¿qué pasa con Wikileaks? La escasez de financiación, el encarcelamiento de su jefe y la vigilancia del gobierno americano han secado la actividad de la organización. “No es una gran empresa, sino gente como tú y como yo que recaudamos dinero para que funcione”, enfatiza Karen Sharpe. Esta es también la cuestión de su liberación: que WikiLeaks continúe con su acción”.