Figura del giro conservador del Tribunal Supremo de Estados Unidos, el juez Clarence Thomas fustigó a la «gente horrible» de Washington tras una serie de revelaciones según las cuales se había beneficiado de la generosidad de un multimillonario de derecha, según American medios de comunicación.
Estas vergonzosas revelaciones provocaron una polémica el año pasado sobre los posibles conflictos de intereses del máximo tribunal estadounidense, en un momento en que este último tomaba una serie de decisiones impactantes sobre el derecho al aborto e incluso a la posesión de armas.
«Lo que vas a encontrar, especialmente en Washington, es gente que está orgullosa de ser horrible», dijo Clarence Thomas el viernes en una conferencia en Alabama, en el sur de Estados Unidos, según el Washington Post y el New York Times.
El juez denunció la “maldad” y las “mentiras” de las que su familia fue, según él, objetivo en este “lugar vil”, en referencia a la capital de Estados Unidos, a menudo asociada por los conservadores con lo que califican como la El establishment liberal y burgués estadounidense.
La Corte Suprema de Estados Unidos ha sido objeto de especial atención desde que, reestructurada por el expresidente republicano Donald Trump, anuló la garantía federal del derecho al aborto en junio de 2022. Este tema es uno de los que domina la actual campaña presidencial que enfrenta al mismo Donald Trump contra el presidente demócrata Joe Biden.
En la primavera de 2023, Clarence Thomas se vio envuelto en la tormenta cuando un medio estadounidense reveló que había aceptado, sin declararlo, suntuosos obsequios del multimillonario Harlan Crow, incluidos vuelos en jet privado, cruceros en un megayate o incluso el coste de una una escuela privada por más de $6,000 por mes.
El magnate inmobiliario Harlan Crow es uno de los mayores donantes del Partido Republicano. En el Tribunal Supremo desde 1991, el juez Thomas admitió haber viajado gratis en el jet privado del empresario.
Sin embargo, en su momento, su abogado Elliot Berke mencionó errores en las declaraciones realizadas “inadvertidamente” por su cliente, que siempre se había esforzado “por respetar la ley”. El abogado calificó entonces de “ridículas” las críticas dirigidas a Clarence Thomas, críticas que, según afirmó, procedían de “organizaciones de izquierda”.
Ante el escándalo, el Tribunal Supremo adoptó en noviembre un código de conducta, pero la mayoría de los comentaristas jurídicos señalaron inmediatamente que este texto no preveía ninguna sanción ni mecanismo de ejecución.