Gasolina, diésel, electricidad, pero también compras y servicios cotidianos: la inflación siguió pesando, en agosto, sobre el presupuesto diario de los franceses. Y con razón: según el INSEE, los precios al consumo empezaron a subir de nuevo este mes, después de varios meses de desaceleración. La inflación alcanzó así el 4,8% interanual, según una primera estimación, frente al 4,3% en julio.
Esta nueva aceleración, la primera desde abril, se debe al repunte de los “precios de la energía”, señalan los estadísticos nacionales. Por el contrario, “los precios de los alimentos deberían desacelerarse (por quinto mes consecutivo), así como, en menor medida, los de los bienes manufacturados y los servicios”. A modo de explicación, la nota cita en particular el aumento de los precios de la electricidad, el de los “productos petrolíferos”, así como el fin de las rebajas, lo que lógicamente hizo subir los precios en las estanterías de las tiendas. Son muchos los elementos que pesan en la balanza: “En un mes, los precios al consumo aumentarían un 1,0% en agosto de 2023, tras el 0,1% en julio”, señala el INSEE.
En los últimos meses, la inflación interanual se ha desacelerado considerablemente, impulsada en particular por un efecto base, después de un año 2022 marcado por un aumento masivo de los precios. Así, el tipo a un año cayó del 2,9% en enero de 2022 a un máximo del 6,3% el pasado febrero. Ha estado cayendo continuamente desde abril, del 5,9% al 4,3% el mes pasado.
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Según los expertos, en los próximos meses la inflación debería seguir disminuyendo. En sus últimas proyecciones macroeconómicas, publicadas en junio, la Banque de France escribió que durante los últimos seis meses del año, “la inflación total medida por el IAPC (índice armonizado de precios al consumo) disminuiría gradualmente […] ], para volver a alrededor del 2%. para 2025, sujeto a la ausencia de nuevos shocks sobre las materias primas importadas”. Se espera que este año promedie el 5,6% anual, en comparación con el 5,9% del año pasado. La misma observación para el INSEE: en su informe económico de junio, los estadísticos nacionales dijeron que esperaban que los precios de los alimentos se desaceleraran marcadamente, «sin necesariamente caer en promedio». En conjunto, la tasa “volvería al 4,4% interanual en diciembre”, el nivel más bajo desde marzo de 2022.
A pesar de esta desaceleración, este tema sigue estando en la mente de todos, mientras que la inflación lleva más de un año devorando los presupuestos de los hogares. Y las malas noticias se acumulan: varios representantes del comercio minorista han advertido que los precios en las estanterías no bajarán significativamente hasta las próximas negociaciones, el próximo mes de marzo. Al mismo tiempo, en las últimas semanas, el aumento de los precios en el surtidor ha elevado el precio medio por litro del SP95-E10 a 1,95 euros y el del diésel a 1,89 euros. Niveles que no se registraban desde febrero pasado y que pesan sobre el bolsillo de los franceses que se han ido de vacaciones en coche.
Los distintos partidos políticos siguen atentos a esta cuestión que afecta al poder adquisitivo: reunidos en torno al Presidente de la República, los líderes de la oposición y el ejecutivo han acordado el principio de una «conferencia salarial» en los próximos meses. Propósito: Discutir “las carreras y [las] industrias por debajo del salario mínimo”. Por su parte, el jefe de Bercy deberá hablar este jueves al mediodía, tras las conversaciones con la industria alimentaria y los distribuidores. Hay urgencia, mientras que el director general de Carrefour, Alexandre Bompard, advirtió recientemente sobre un “fenómeno masivo de privaciones, de desconsumo”, frente a la inflación.