Una ola de saqueos a supermercados y comercios en los últimos días en Argentina ha puesto al país en alerta, reviviendo recuerdos traumáticos de la «Gran Crisis» de 2001 y levantando sospechas de desestabilización política antes de las elecciones. A continuación se ofrecen algunas claves para comprender los hechos. Bandas de 20 personas, 40 o más, que atacan un supermercado u otro negocio, en modo «ataque de pirañas», o grupos más pequeños, impulsados ​​por llamadas de última hora, a través de las redes sociales, forzando en ocasiones el acceso a comercios cerrados. Pero también saqueos «falsos», con imágenes virales aunque falsas o anticuadas, como ha demostrado la célula de Verificación Digital.

Los agresores se llevaron comida, pero también lo que encontraron: alcohol, cigarrillos, objetos diversos y variados, como lo demuestran los carritos de supermercado llenos abandonados cuando llegó la policía. A veces, como el martes en Moreno, le prenden fuego a la tienda. En total, cerca de 200 personas, muchas de ellas menores de edad, a veces de 12 o 14 años, fueron detenidas en cuatro días, tras saqueos o intentos, a menudo detenidos por la policía, en las provincias de Córdoba (centro), Mendoza (oeste), Neuquén (sur), y más de un centenar desde el lunes en el «Conurbano», el gran suburbio de Buenos Aires, anunciaron el miércoles las autoridades.

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Una inflación del 113% en doce meses y el duro golpe adicional a mediados de agosto con una devaluación del 20% del peso hacen que el final de mes sea un horizonte insostenible para muchos argentinos. A pesar de las ayudas sociales, la pobreza alcanza el 40%. “Nadie roba nada (…) La verdadera ofensa es que un kilo de escalope cuesta 4200 pesos (12 dólares al cambio oficial), un kilo de papa 1000 pesos, un kilo de pasto (en infusión de mate) 2000 pesos”, tronó el líder social radical Raúl Castells, reciente candidato a las primarias presidenciales. Suponiendo tirar: «si la gente no puede encontrar comida, ¡que se lleven lo que encuentren, aunque eso signifique cambiarlo por comida después!» Los políticos de derecha han pedido que se le acuse de incitación.

El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, aseguró que «no se trata de personas que saquean para alimentar a sus familias», señalando que entre los detenidos, algunos acudieron al saqueo con un automóvil «casi nuevo». El 13 de agosto, las primarias para las elecciones presidenciales de octubre crearon un terremoto, colocando a un “outsider” radical a la cabeza, el economista libertario Javier Milei, destructor de la “casta” política vigente. El martes echó leña al fuego en un mensaje en X (ex-Twitter): «Es trágico volver a ver, 20 años después, las mismas imágenes de saqueos que en 2001. Pobreza y saqueos son dos caras de la misma pieza. Argentina no puede soportar más este modelo empobrecedor”.

La portavoz de la presidencia (centro izquierda), Gabriela Cerruti, respondió señalando a Milei como desestabilizador, actor “del clima que se está generando en las redes”, acusando “cuentas sociales vinculadas a La Libertad Avanza (partido de Milei) y grupos de Bullrich (Patricia, candidata de derecha)». ¿Orquestación, emulación, bendición? Los ataques “no son espontáneos, no son coincidencias. Pero no tenemos datos fiables para atribuir a tal o cual”, atemperó el ministro Fernández.

En el fondo de este ataque nervioso, por supuesto, las elecciones presidenciales de octubre, pero también el recuerdo de 2001, cuando una nueva crisis de liquidez provocó una explosión social, manifestaciones, saqueos a gran escala, seguidos de enfrentamientos con las fuerzas del orden que había causado 39 muertes. Y traumatizó a una generación. Ni el saqueo ni el malestar social son nuevos en Argentina, pero muchos economistas han señalado las principales diferencias fácticas con 2001, en particular la confiabilidad del sistema bancario. El derrumbe del cual, con las heladas retrocediendo, había sido la chispa del momento. Las autoridades también señalaron el martes que, a diferencia de los saqueos quizás masivos y desesperados del pasado, en varios casos ocurridos en los últimos días, «muchos vecinos o residentes no participaron, sino que al contrario intentaron evitar los ataques», defendieron los comerciantes y llamaron a la policía. ”.