Emmanuel Macron sale el jueves 17 de agosto de su retiro de verano en Fort Brégançon para participar en las conmemoraciones del 79 aniversario de la liberación de la ciudad de Bormes-les-Mimosas, una ocasión formal que ha pasado a transformar en un político pre -entrada. Así que el año pasado, seis meses después del intento de invasión de Ucrania por parte de Rusia, denunció el «ataque brutal» de Vladimir Putin y pidió a los franceses «aceptar pagar el precio de la libertad». Es decir, las consecuencias económicas de la guerra, con su cohorte de alzas en los precios de la energía y las materias primas que alimentaron la inflación.

Estas ceremonias que marcan la liberación de Bormes-les-Mimosas el 17 de agosto de 1944 se han convertido en una visita obligada para los veranos presidenciales, precediendo unos días a la reanudación del Consejo de Ministros. El Elíseo insiste en el carácter «estudioso» de las vacaciones del Jefe de Estado. En el edificio medieval con vistas al Mediterráneo, convertido en balneario presidencial, tiene todas las facilidades para trabajar. Durante estas casi tres semanas de permiso ha multiplicado los contactos sobre la crisis de Níger, donde un golpe de Estado pone en entredicho la presencia militar francesa en un país que se ha convertido en el eje de la lucha antiyihadista en el Sahel. Según El Elíseo, habló en varias ocasiones con sus homólogos africanos y con el presidente Mohamed Bazoum, derrocado por militares el 26 de julio.

Emmanuel Macron hablará el jueves a las 19.00 horas en Bormes-les-Mimosas. «El Presidente de la República subrayará cuánto los libertadores de 1944 formaron una juventud francesa enamorada de la libertad y de la superación colectiva, contra toda fatalidad», indicó el Elíseo. La semana siguiente, el Jefe de Estado volverá a París y se reunirá con su gobierno el 23 de agosto en el Palacio del Elíseo. Sin una solución milagrosa para sortear su falta de mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, prometió para fin de mes «una gran iniciativa política». Pretende “intentar reunir en torno a un proyecto claro y sencillo a todos aquellos que quieran encontrar su camino, sin pedirles que se sumen a todo” y sin ofrecerles que se unan a una coalición, según una entrevista publicada a principios de agosto por la revista Figaro. .

El Elíseo subrayó entonces a la AFP que la iniciativa presidencial se centraría en temas como la ecología, los servicios públicos, el trabajo, el orden, el progreso, la inmigración. El jefe de Estado ofrecerá “a las fuerzas políticas del arco republicano una serie de reuniones para determinar proyectos sobre los cuales caminar juntos”, agregó la presidencia. Emmanuel Macron indicó entonces que 2023-2024 será un año importante para Francia, que albergará sucesivamente la Copa del Mundo de Rugby, los Juegos Olímpicos y los Juegos Paralímpicos y, por lo tanto, estará en el centro de la atención mundial. Una invitación, entre líneas, a buscar la unidad en lugar de las divisiones aunque el año también será electoral con las elecciones europeas previstas para junio.

Sin embargo, la ecuación política apenas ha cambiado para el anfitrión del Elíseo. Se acerca a esta nueva secuencia con un gobierno modestamente reorganizado en julio. A su cabeza se mantuvo finalmente Elisabeth Borne, amenazada desde la dolorosa reforma de las pensiones. Emmanuel Macron no ha descartado utilizar el artículo 49.3 de la Constitución para, en caso necesario, aprobar una ley de inmigración importante sin votación.

El partido de derecha Les Républicains ya ha advertido que se opone a los planes del Gobierno en este ámbito, que considera insuficientemente restrictivos. La actitud de la derecha será crucial a partir de mediados de octubre cuando comience el examen del presupuesto de 2024. Algunos no descartan que pueda mezclar sus voces con las de las demás oposiciones para votar por una censura al gobierno. Un alto riesgo de “accidentología” para el ejecutivo, había dejado caer a principios de verano al presidente LR del Senado Gérard Larcher.