Las muertes de migrantes en el Mediterráneo son una “herida abierta en nuestra humanidad”, dijo el Papa Francisco el domingo 13 de agosto, tras una serie de naufragios mortales. Durante la oración semanal del Ángelus, el pontífice de 86 años dijo que oró por las 41 personas que desaparecieron esta semana, según los testimonios de cuatro sobrevivientes rescatados en el mar y desembarcados en la isla italiana de Lampedusa el miércoles.
El Papa recordó «con dolor y vergüenza» las cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de la ONU, que este sábado registró «al menos 2.060 muertes» de migrantes en el mar Mediterráneo desde principios de año. Más de 1.800 de estas víctimas perecieron en el Mediterráneo central, entre el norte de África e Italia, la ruta migratoria más mortífera del mundo. «Es una herida abierta en nuestra humanidad», dijo el Papa a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
“Ofrezco mi aliento a los políticos y diplomáticos que busquen curarlo, en un espíritu de solidaridad y fraternidad”, añadió, y saludó “el compromiso de todos los que trabajan para prevenir naufragios y rescatar” personas en el mar. Francisco, que regularmente insta a un mejor trato a quienes huyen de sus hogares en busca de una vida mejor en otro lugar, ya había advertido esta semana sobre el riesgo de volverse «indiferente» a las muertes.
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El sábado, dos tunecinos que buscaban emigrar, incluido un bebé, murieron y cinco fueron reportados como desaparecidos en el naufragio de su bote frente a las costas tunecinas, donde se recuperaron once cuerpos de inmigrantes subsaharianos al final de la semana pasada, y 44 personas desaparecidas La OIM también anunció el 6 de agosto que al menos treinta migrantes estaban desaparecidos en el hundimiento de dos barcos frente a Lampedusa, según testimonios de sobrevivientes.
También el sábado, en el Canal de la Mancha, seis inmigrantes afganos murieron tratando de llegar a Inglaterra.
