La lluvia de las últimas semanas al menos habrá traído buenas noticias para los veraneantes. El clima otoñal de julio estuvo acompañado de buenas cosechas de melón, albaricoque, tomate y pepino, pero estos últimos resultaron menos atractivos para los consumidores. Enfriados por las temperaturas, reemplazaron las ensaladas de verano con más platos de invierno.
Resultado: para atraer clientes, los precios mostrados la semana pasada en los mercados fueron mucho más bajos que los del año pasado: hasta – 29% en tomates y – 28% en melones, según FranceAgriMer. “Es una señal de demanda a media asta”, explica Laurent Grandin, presidente de la Interprofesional de Frutas y Verduras Frescas (Interfel). “Las ventas de fruta de verano son muy sensibles a la climatología, sobre todo en verano”, apunta.
Un efecto inmediato, que no deja de tener consecuencias, ya que el consumo de frutas y verduras de verano es muy puntual: el 75% de las compras de melón, fruta de verano por excelencia, se realizan en julio-agosto según Interfel. Algunos horticultores estiman así la caída de sus ventas en un 15, incluso un 20%, y temen pérdidas importantes a fuerza de acumular stocks.
El tamaño de la oferta también podría provenir de importaciones de productos españoles o marroquíes. Estos dificultarían la venta de la producción francesa, según la presidenta de la Federación Nacional de Productores de Frutas (FNPF), Françoise Roch, contribuyendo así a la caída de los precios. También las interprofesionales les instan a abastecerse de frutas y verduras de temporada para apoyar al sector, a la espera de la vuelta del sol.