¿Se trata de una reforma puramente semántica? Entre otras medidas, la primera ministra Elisabeth Borne anunciará el lunes un nuevo delito de homicidio vial, durante una comisión interministerial dedicada a la seguridad vial. Este delito debería, para los accidentes de tráfico, sustituir al delito de homicidio culposo, denominación que ha escandalizado a las asociaciones de víctimas durante años. Su voz se escuchó esta vez, unos meses después del sonado caso Palmade. El pasado 10 de febrero, el comediante, que manejaba bajo los efectos de estupefacientes, provocó un terrible accidente provocando tres heridos y matando al bebé que llevaba una mujer embarazada. Este drama ha reavivado el debate: ¿se puede seguir hablando de homicidio cuando un conductor consume drogas o alcohol antes de conducir, sobre todo después de haber tenido que enfrentarse ya a la justicia por hechos similares?, como fue el caso de Pierre Palmade.

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Al parecer, el gobierno ha decidido quedarse en medio del vado, cambiando solo el nombre, sin modificar la pena de prisión incurrida, que es de 10 años. Para Anne Lavaud, delegada general de seguridad vial, esta reforma que se limitaría a las palabras es ante todo una consideración del sufrimiento de las víctimas, que ya no admiten que se escuche sobre asesinatos «involuntarios» durante los juicios.

Para otros, este cambio de término es una señal de que no se ajusta a la realidad y que hay que ir más allá. Para Me Rémy Josseaume, especialista en derecho vial, el gobierno debería haberse inspirado en la calificación penal ya existente, la de “golpes intencionales y lesiones con resultado de muerte sin intención de darla”. “Estamos en la misma situación en la carretera. Los conductores toman voluntariamente grandes cantidades de drogas y alcohol para luego, sin querer matar, provocar una muerte mientras conducen”, dijo. El abogado pide sentencias más severas, mientras que hoy en día, la mayoría de los conductores de velocidad son sentenciados a penas que en la mayoría de los casos permanecen por debajo de los 3 años de prisión. “En enero de 2022, un automovilista que había estado bebiendo y tomando estupefacientes mató a su novia mientras conducía. Fue condenado a tres años de prisión y después de 7 meses recuperó la libertad”, relata el abogado.

Algunos parlamentarios también defienden una línea más dura. El diputado por Lozère Pierre Morel-À-L’Huissier quiere criminalizar estos comportamientos peligrosos que combinan drogas, alcohol y robo, con una pena aumentada a 15 años y una pena mínima de 7 años. En 2021, estas sanciones habrían afectado a 113 casos juzgados por los tribunales. Para Me Josseaume, con textos más represivos, los jueces necesariamente tendrían mano más dura, lo que, dice, está en la línea de la historia de la seguridad vial. “Por increíble que parezca, ¡el consumo de alcohol mientras se conduce era, en los años 70, un atenuante!”, recuerda. Ya, el futuro delito específico de homicidio vial, más visible en las estadísticas, podría empujar a los magistrados a mayor severidad.