El 12 de julio de 1998 trajeron al fútbol a Francia su primera estrella: 25 años después del día, Zinédine Zidane reunió a su alrededor a una decena de campeones del mundo el miércoles para un pequeño torneo y, en este juego, “ZZ” es siempre el más fuerte.

Desde hace varios años, los ex alumnos de 1998 se reúnen regularmente, en privado o para operaciones de caridad. El miércoles respondieron a la invitación de Zidane para pasar un día en su complejo de fútbol sala en Aix-en-Provence, cerca de Marsella, el lugar de nacimiento del ídolo.

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Comenzó con unos partidos de pádel entre campeones del mundo, la jornada finalizó con una cena de gala de pago y un concierto. Pero lo más destacado fue el torneo de fútbol abierto a equipos montados por empresas, principalmente locales, habiendo reservado mesa para la cena.

A cada equipo, el sorteo premió un campeón del mundo de 1998 entre los presentes: Didier Deschamps, Christian Karembeu, Christophe Dugarry, Bernard Diomede, Alain Boghossian, Bixente Lizarazu, Lionel Charbonnier, Fabien Barthez y, por supuesto, Zidane.

En tierra, la N.10 busca a la izquierda, siempre, pero eso sí sin forzar. Y cuando acelera, conecta sombrero, caída de pecho y volea para un lindo gol desde la derecha.

“Vemos que tiene un toque de balón excepcional. Es el mejor”, cuenta a la AFP el afortunado Anthony, goleador en un pase decisivo del maestro.

Un poco más allá, Karembeu no dice nada más. “Duga y Liza siguen siendo bastante buenos y DD está ahí. Pero Zidane es otro planeta. Era el más fuerte hace 25 años y lo sigue siendo.

El excentrocampista de los Blues y del Real Madrid también cuenta lo importantes que son estos momentos, tanto para los exalumnos de Aimé Jacquet como para el público en general.

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La victoria en la final ante Brasil (3-0) “unió a Francia y días como este permiten marcar la ocasión. También sabemos que sigue inspirando a otras generaciones y Didier fue el relevo de la estrella en 2018”, explica.

“Seguimos encontrándonos con personas que nos dicen ¡oh, 12 de julio de 1998, estuve allí! Sigue siendo una emoción fabulosa”, confirma el actual técnico de la selección de Francia, coronado como técnico en 2018 tras haber sido capitán hace 25 años.

Y para Boghossian, que reconoce que «el golf ahora es más fácil que el fútbol» para él, «pasan los años y todavía tenemos ganas de compartir y vibrar un poco».

Alrededor del campo y en un calor brutal, el 98 firma autógrafos y camisetas, como algunos otros grandes nombres del fútbol francés, a veces menos reconocidos por los más jóvenes, como Jean Tigana o Henri Emile, miembro de la plantilla durante el Mundial.

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El locutor, por su parte, confunde a Charbonnier y Boghossian y culpa al paso del tiempo y la caída del cabello: «¡Todos ustedes ahora tienen el mismo corte de pelo!».

El ambiente es festivo y enmascara hasta las pequeñas enemistades. “Somos una familia”, asegura Diomede. «Nunca nos separamos», agrega Barthez. Deschamps y Dugarry, de todos modos, rara vez se cruzan. Pero, prometemos en la comitiva de los campeones “esta mañana jugaron juntos al pádel”.

El dueño del lugar, lo saborea. “Nos gustaría vernos más seguido pero a veces es complicado. Encontrarte así, estar con amigos, es divertido y nos hace bien a todos”, explica Zidane.

“El 98 me cambió la vida”, añade el ex mediapunta del Blues. Y la gente se acuerda del 98, hoy vinieron a ver a los chicos del 98.

Antes, Zidane había resumido en unas sencillas palabras el peso de estos 25 años. «No vamos a hablar todo el tiempo sobre el 98. Pero bueno, lo hicimos y estuvo bien».