Hungría, que aún no ha ratificado la adhesión de Suecia a la OTAN, dio una señal positiva el martes 11 de julio, al día siguiente del acuerdo dado por Turquía.

“Nuestra posición es clara: el gobierno apoya la adhesión de Estocolmo a la Alianza Atlántica. (…) La culminación del proceso de ratificación es ahora solo una cuestión técnica”, declaró el ministro de Asuntos Exteriores Peter Szijjarto en su cuenta de Facebook, antes de despegar hacia la cumbre de la OTAN en Vilnius, en Lituania.

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El Parlamento finalizó este viernes su sesión extraordinaria de verano pero no se descarta que convoque una nueva reunión en los próximos días para proceder a la votación. El primer ministro nacionalista Viktor Orban, cercano al presidente turco Recep Tayyip Erdogan, expresó su «apoyo» a la candidatura sueca la semana pasada y prometió «no posponer las cosas» en caso de un cambio en la posición de Ankara.

Turquía, hasta ahora reticente, acordó este lunes enviar el protocolo de adhesión de Suecia al Parlamento turco «lo antes posible», dijo el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, desde Vilnius. Para justificar su postergación, el gobierno húngaro ha denunciado repetidamente la política de «ataques» de Suecia, acusado de criticar las violaciones del estado de derecho por parte de Budapest y de «usar su influencia política» en Bruselas «para dañar los intereses húngaros».

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En el caso de Finlandia, Hungría también había dado luz verde tarde, esperando hasta finales de marzo justo después de la luz verde de Ankara. Suecia y Finlandia anunciaron en mayo de 2022, tras la invasión rusa de Ucrania, su candidatura a la OTAN. Tras décadas de neutralidad, luego de no alineamiento militar desde el final de la Guerra Fría, los dos países nórdicos han considerado obsoleto el equilibrio de seguridad creado por la caída de la URSS, por lo que les resulta imprescindible beneficiarse del pacto de protección mutua que ofrece la Alianza.