Los riesgos de malas cosechas en varios graneros del mundo debido al cambio climático están subestimados, dice un estudio publicado este martes que hace sonar la «campana de alarma» sobre la amenaza de desestabilización del sistema alimentario mundial.

La probabilidad de que varias de las principales regiones productoras de alimentos sufran simultáneamente malas cosechas o bajos rendimientos debido al cambio climático es mayor que antes, concluye este estudio publicado en Nature Communications por investigadores con sede en Estados Unidos y Alemania.

Esta concomitancia podría provocar un aumento de los precios, inseguridad alimentaria e incluso disturbios civiles, dijo el autor principal del estudio, Kai Kornhuber, investigador de la Universidad de Columbia, contactado por AFP. Toma como ejemplo el año 2010: el calor extremo en Rusia, así como las devastadoras inundaciones en Pakistán, dañaron los cultivos, con importantes repercusiones globales.

Una fuente importante de emisiones de gases de efecto invernadero, la producción de alimentos contribuye al calentamiento global y está muy expuesta a sus consecuencias. El estudio analizó datos meteorológicos y modelos climáticos entre 1960 y 2014, luego proyecciones para el período de 2045 a 2099.

Los investigadores primero examinaron el impacto de la «corriente en chorro» o jet stream -las corrientes de altitudes que determinan las condiciones meteorológicas- en las regiones productoras de cereales más importantes del mundo. Descubrieron que un «fuerte movimiento serpenteante» de la corriente en chorro tiene un impacto particularmente fuerte en las principales regiones agrícolas de América del Norte, Europa del Este y Asia Oriental, con una reducción en las cosechas de hasta un 7%.

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Este fenómeno de fluctuaciones en la corriente en chorro jugó un papel en 2010. El estudio también revela que los modelos informáticos actuales son ciertamente efectivos para reproducir el movimiento atmosférico de la corriente en chorro, pero que subestiman la magnitud de los fenómenos extremos resultantes. Para Kai Kornhuber, este estudio debería constituir “una señal de alerta sobre nuestras incertidumbres” sobre el impacto del cambio climático en el sector alimentario. “Necesitamos prepararnos para este tipo de riesgos climáticos complejos en el futuro y los modelos actuales no parecen tener esto en cuenta”, resumió.