Le Figaro Burdeos
Sus brazos pueden haber levantado montañas para ayudar a los pobres, pero los voluntarios del Secours populaire de Saint-André de Cubzac no escaparon a la ira de los alborotadores. Desde la muerte del joven Nahel en Nanterre, asesinado por un policía tras negarse a obedecer, Francia está en llamas. Así, su local -situado en una tranquila localidad de 12.000 habitantes- fue incendiado durante la noche del sábado al domingo. “Nos esforzamos por ayudar a los demás. Es triste. Nos preguntamos por qué incendiar un Secours populaire cuando somos voluntarios y al servicio de los más desfavorecidos”, dice Danielle Gruel a Figaro. La secretaria general de la rama local desde 2016 dice estar decepcionada y muy enfadada. Todo tiene que ser reconstruido.
El fuego de basura, encendido esa noche entre las 2 a. Se utiliza para recoger donaciones fuera del horario de apertura. El techo se encendió. Y gran parte del local, que contenía un stock de alimentos recién adquiridos, quedó destruido. Cajas de artículos de higiene, recolectados por niños y escuelas, también se convirtieron en humo. Reducido a cenizas también la oficina y sus archivos. “No hay finca en Saint-André-de-Cubzac. No sabemos quién es, estamos indefensos, sufrimos… y tendremos que empezar de cero”, lamenta el técnico de 73 años. Sin embargo, su determinación de continuar ayudando a los necesitados permanece intacta.
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Se mantienen las liquidaciones previstas para jueves y sábado. La ropa almacenada en la segunda parte de la habitación está intacta. Por tanto, se venderán con el fin de recaudar fondos para volver a un nuevo local (ya cedido por el ayuntamiento) para que la asociación pueda reanudar sus actividades este lunes. Al pedir donaciones financieras para recuperarse lo más rápido posible, Danielle Gruel concluye con determinación: “El equipo está unido. Todos se sienten cómodos al continuar, a pesar de las dificultades que tenemos por delante”.